Mientras que en un poco usual comunicado, la agencia de calificación crediticia Fitch advertía el viernes que la nueva administración norteamericana representa un riesgo para la economía global: “…prolongada volatilidad en los mercados de divisas y otros mercados financieros”, algunos de esos otros mercados financieros disfrutaban en la misma sesión de nuevos máximos de todos los tiempos en anticipo del “Plan fenomenal” que en materia de impuestos podría ser concretado por la Casa Blanca en las dos próximas semanas, según anunció el jueves el Presidente.
La promesa del presidente de EE.UU. de llevar el crecimiento a una tasa anual del 4% es más exigente ahora que sabemos que la economía creció un 1.6% el pasado año, un punto menos que en 2015 (2.6%), y el menor de los cinco últimos años.
Puede ser el desconcierto y no la calma la causa de la aparente estabilidad con la que se recibe la avalancha de acontecimientos cuyas consecuencias resultan imposibles a corto plazo de evaluar.
En estos tiempos, en los que comprar títulos de renta fija a muy largo plazo que devuelven menos de lo invertido, se ha convertido en uno de los mejores negocios financieros, es importante no perder el anclaje que da el sentido común, aunque tarde lustros en pasar factura. Ocurrió con la inversión inmobiliaria donde se hizo mucho dinero sin pensar en quién pagaría la cuenta; hasta que lo supimos.
La UE tiene retos a raudales, pero el que abriría el abandono británico sería la gestión de la ejemplaridad que evitase que se abriesen frentes semejantes.
Los economistas no solemos dedicar demasiado tiempo a lo contrafactual. Bastante tenemos con los hechos –argumentamos- como para analizar las consecuencias de los no hechos.
La expectativa de subida de tipos en EE.UU. vuelve a dibujarse próxima en el horizonte. Los mercados no se entusiasman pero es un síntoma de normalización y eso es una buena señal a pesar de todo.
El Banco de España ya tiene en sus arcas 140.000 millones de deuda pública comprada a bancos por ejecución del mandato lanzado por el BCE. Las compras van a continuar, ahora con deuda empresarial.
El comportamiento del dólar en el primer trimestre del año no ha respondido al consenso general de búsqueda de la paridad frente al euro. ¿Es momento de revisar los pronósticos?
La pérdida de confianza de los inversores en el poder remanente de los bancos centrales en la aplicación de sus políticas monetarias no convencionales aparece en todos los inventarios
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