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La ruptura de la paridad en la relación del euro con el dólar tiene más valor simbólico que económico, pero la apreciación del dólar es un factor desestabilizador añadido sobre la economía mundial.
Siempre se busca donde hay algo de luz. Buscar donde no la hay, es perder el tiempo. Imaginemos los escenarios extremos y elijamos el nuestro. Será algo en el medio.
Ponemos mucha atención en las políticas monetarias y en el discurso de los bancos centrales, tratando de interpretar hasta donde están dispuestos a llegar en hechos y palabras. Pero imaginemos por un instante un escenario sin riesgo de pandemia, sin cierres en China, sin guerra en Ucrania ni sanciones contra Rusia y donde no hay escasez de personal.
El BCE no tiene un extraordinario desempeño en cuanto a la eficacia de su comunicación. Esto se pone de manifiesto más intensamente en periodos de agitación en los mercados. Son muchos años de atender a las señales que envían los bancos centrales y que se utilizan como argumentario básico para las decisiones de los inversores. Podemos excusar esta dificultad en la necesidad de conciliar diecinueve distintos intereses y visiones del papel de un banco central.
Continua el desafío de los precios allá donde se mire. Se confiaba en que la inflación en EE.UU. en mayo se moderase, pero un 1% en la tasa mensual, con una creciente presión en el precio de los servicios, que suben un 0.6%, supone un considerable jarro de agua fría en las expectativas de haber superado lo peor.
La presentación ante el Congreso del informe anual sobre la economía española del gobernador del Banco de España ha generado un fuerte debate político, vinculado sobre todo a su defensa de la necesidad de un pacto de rentas y en particular respecto a la participación en el mismo de los salarios públicos y, sobre todo, de las pensiones. El pacto es su propuesta de reparto de la pobreza generada por la pandemia, y acentuada por la guerra.
No sé si sabe que hay un apartado de la ciencia económica y la empresa que es, muy singularmente, complejo de analizar: la energía eléctrica. Desconozco si es un fenómeno idiosincrático español, pero es conocido, y así se reconoce en muy altos niveles de la administración pública, que resultan extremadamente difíciles de desentrañar los reales costes de producción, los márgenes, y como afectan los distintos orígenes al resultado del sector.
Temor a un error de la Reserva Federal, temor a que los tipos suban demasiado rápido, temor a que la inflación contraiga el gasto, temor por los resultados de las empresas, temor a disrupciones en la cadena de suministros, temor al enfriamiento de China, temor a la guerra. Temor a todo. Todo esto afecta a las expectativas de los agentes y a las estimaciones que los mercados hacen de los tipos de interés
| Christine Lagrade (BCE) y Jerome Powell (Reserva Federal). |
"Si se hace un análisis retrospectivo, hubiese sido mejor subir los tipos antes”. Esta sentencia es del presidente de la Reserva Federal en una entrevista del pasado jueves. No es novedad. La avanzadilla de los mercados ya tiene más que descontado que los bancos centrales se han visto muy detrás de la curva y han apretado el acelerador.
De acuerdo con lo anunciado por la Reserva Federal el 4 de mayo, cuando elevó los tipos en 50 pb -el primer aumento de este tamaño desde el año 2000- y apuntó que “habrá más sobre la mesa en las dos próximas reuniones”, se inicia un proceso paulatino de reducción de su balance, no mediante la venta de los títulos acumulados durante los años de crisis financiera y de la pandemia, sino dejando que los bonos y las letras lleguen a su vencimiento sin adquirir nuevos títulos para reemplazarlos.
Si los gobiernos no afrontan que llega el tiempo del sacrificio y que no estamos en el escenario de 2020, el ajuste fiscal, se hará más tarde, pero habrá de hacerse igual. Mientras se llega a aguas menos revueltas y confiando que el temor no llegue a sismo, el dólar seguirá siendo un lugar donde encontrar algo de refugio y se apreciará más contra casi todo
Van emergiendo los halcones en el BCE. Muy a pesar de su presidenta, que se ve obligada a contrarrestarles diciendo que no tiene sentido “estar obsesionado con un día, una hora del día” en referencia a si la primera subida de tipos tendrá lugar en julio, como apuntan cuatro miembros del directorio, o en septiembre como fecha más probable. El mercado se ata ahora a los halcones y asigna una probabilidad del 70% a que el alza se producirá en julio.
Más allá de las incógnitas conocidas que solo puede despejar en parte el final de la guerra, no se debe, y sin embargo se está dando por hecho, la victoria electoral del actual presidente francés. Otro resultado sería una sorpresa mayúscula y estaría muy lejos de ser bien recibida. La respuesta del euro, de las bolsas y de los mercados de bonos no sería menor, al margen de que incluso en el caso de que la sorpresa no salte,
| William Dudley, gobernador del Banco de la Reserva Federal de Nueva York hasta 2018. |
La inversión de la curva del rendimientos del Tesoro norteamericano, que ya se da, podría interpretarse como muestra del temor emergente a una recesión, pero los indicadores, incluso los de alta frecuencia, aunque los hay que empiezan a debilitarse, no dan síntomas en absoluto claros de que se esté gestando. De ahí que la complacencia domine sobre la inquietud
Acaban de publicarse los PMI (Purchasing Managers Index / Índice de Gestión de Compras) de la eurozona de marzo. Todavía bastante por encima de 50 cuya ruptura anunciaría un periodo contractivo, pero en mínimos de 14 meses. Cae a 56.5 desde 58.2. En España, el mínimo es de 13 meses, y cae a 54.2, el más bajo de los principales países europeos. Las perspectivas no son buenas de cara a abril, y es que la confianza de las empresas en el futuro cae a su mayor ritmo desde el inicio de la pandemia.
Veremos hasta qué punto, y durante cuánto tiempo, los mercados consideran que se mantiene la independencia de los bancos centrales respecto al poder político. Las expectativas de inflación a 5 y 10 años, tanto en EE.UU. como en Europa, se mantienen en un rango entre el 2% y el 3%. Eso es señal de que hay confianza en esa independencia. Y más nos vale…
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