Por eso Dios inventó el tequila

jueves 14 de abril de 2016, 03:12h

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No es normal que los jugadores de fútbol parezcan filósofos porque, salvo honrosas excepciones, sus frases más brillantes son cinco monosílabos enlazados y cuatro tópicos repetidos, pero hoy me ha llamado la atención la profundidad de una frase de Zlatan Ibrahimovic que, plagiando a Benjamín Button, ha dicho ” Nací viejo y moriré joven”.

Este sueco de origen serbio croata, siempre fue un tipo singular que nunca tuvo el mal entendido pudor de considerarse del montón, porque se sabía mejor jugador que la media de los que se dedican a su oficio, no tanto por cómo maneja sus piernas, sino su mente.

Lo normal es que la gente nazca ignorante y muera sabia, salvo los que se empecinan en hipotecar su mente alimentándola solo de consignas tópicas y discursos en espiral, que son esos mensajes que repiten algunos predicadores paganos que siempre llegan a la misma conclusión y nunca exploran otras vías del entendimiento.

Conozco a mujeres y a hombres que son grandes sabios porque han ido acumulando en la vida más decisiones correctas que lamentos inútiles, se han levantado cada vez que alguien les ha puesto una zancadilla, han tomado nota de quién es de fiar y quién es de ignorar, y han conseguido que las canas de su cabeza y las arrugas de su rostro no tapen el brillo de su mirada.

Cuando alguien dice que últimamente se está muriendo gente que no se había muerto nunca, se refiere a un personal que ha dejado alguna huella memorable de su paso por la tierra, y ésa es la razón de que se les recuerde, para bien o para mal.

Somos seres individuales, aunque vivamos en grupo, y si renunciamos a tener una seña de identidad que no nos confunda con los demás, ni nos oculte en la tonalidad de grises de las personas que se conforman con ir por el camino sin que se sepa que existen, estamos utilizando una frágil coartada para liberarnos de alguna responsabilidad.

La inteligencia y el valor no son excesos de los exhibicionistas. Son virtudes solidarias que hay que exhibir cuando toca, y los que piensan que es mejor permanecer ocultos, apuntarse al club de los que se dejan manejar y pasar inadvertidos, pueden acabar muriendo de viejos sin haber llegado a sabios, aunque como dijo otro intelectual “para ese tipo de solitarios Dios inventó el tequila”

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