Ya sé que la tradición y el protocolo exige , o al menos aconseja, llamar señorías a los parlamentarios, pero hay ocasiones, y ésta es una de ellas, en las que ese tratamiento les viene grande a nuestros diputados y senadores porque aunque algunos vistan el cargo, otros andan desnudos de argumentos.
Hoy he leído que España, que hace tiempo dejó de ser un país para viejos, lleva camino de convertirse en un lugar en el que no existirán los niños, porque aquí ya nadie quiere parir, y toda la carga de un futuro realmente incierto está en manos de los Sánchez, los Iglesias y los Rivera, ya que el gallego de la barba blanca y la cabeza negra, lo reconozca o no, está de retirada.
A mī nunca me ha gustado el desparpajo de los políticos porque la verborrea es una forma de disimular la ausencia de argumentos, y lamentablemente vivimos una época en la que, entre los que quieren dirigir nuestros destinos, unos son gentecilla y otros son gentuza, porque la gente de verdad está ausente, por desidia, desesperanza o aburrimiento.
Más de una vez me he preguntado “¿ quė hemos hecho para merecer esto?” y al final no he tenido más remedio que reconocer que siempre estuvieron ahí, aunque fuese agazapados, pero ahí estaban, sesteando, organizados para recibir subvenciones sin tener que hacer nada a cambio, porque descubrieron que ser parásito es una profesión rentable y convertirse en apóstoles de aquellos a los que están dispuestos a machacar en cuanto lleguen al poder, también .
Por eso ėste no es un país para viejos, porque tienen pasado y memoria, y tampoco lo es para niños porque nadie quiere trabajar por su futuro. Éste tampoco debería ser un país para medioscres, porque desde hace siete meses los más cualificados inútiles e irresponsables están demostrando que no nos merecen, aunque he de reconocer que todos ellos tienen su clá.
España es un país condenado al desencuentro y a repetir su historia, en el que a veces disfrutamos de paréntesis que nos hacen crecer en decencia, solidaridad, generosidad y capacidad para el hacer el bien, pero el péndulo de la historia parece que nos ha pillado a contra pie.
Hay momentos en los que los paises como colectivo se juegan el futuro de varias generaciones , y con la llegada de los mediocres a la dirigencia de algunos partidos políticos nos enfrentamos – se enfrentarán los que vivan por entonces – a un nuevo periodo negro cuyo nefasto aroma se huele de lejos.