El expresidente del TSJ de Cataluña se ha equivocado
sábado 30 de julio de 2016, 03:29h
Miguel Ángel Gimeno se ha equivocado aceptando la oferta que le hizo el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de convertirse en el nuevo director de la Oficina Antifraude de Cataluña; la OAC.
Hasta hace poco, ese puesto lo ocupaba su compañero de carrera, Daniel de Alfonso, a quien el 21 de junio pasado se le acabó su suerte personal, cuando se filtraron a Público dos conversaciones "discretas" con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el despacho de éste.
Conversaciones en las que se podía deducir que pudo seguirle el juego al ministro en su intención de fabricar escándalos contra líderes catalanes separatistas.
Y opino que se ha equivocado porque con su decisión da la razón a aquellos que justificaron su sustitución en la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), desde el Consejo General del Poder Judicial.
Por hacerle el "caldo gordo" al nacionalismo/separatismo catalán. Y su sustitución por alguien más confiable: Jesús María Barrientos.
Porque esa era la impresión que se tenía en la sede del órgano de gobierno de los jueces, en la calle de Marqués de la Ensenada, 8.
Sólo así se podía entender la tardanza en la instrucción del caso del pseudo referéndum del 9N de 2014, en el que se vieron imputados el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, la vicepresidenta, Joana Ortega, y la consejera Irene Rigau.
Una instrucción que asumió el magistrado del TSJC, Joan Manel Abril, que llegó a ese destino a propuesta del Gobierno autonómico de Convergencia i Unió y que, a día de hoy, 29 de julio de 2016 -19 meses más tarde-, todavía no ha sido cerrada.
Y eso que la carga de trabajo del TSJC estaba al 50 por ciento, según estadísticas del CGPJ.
Gimeno, que consiguió la presidencia del TSJC gracias al apoyo de su asociación -Jueces para la Democracia-, había pasado a desempeñar su trabajo como un magistrado más de ese órgano judicial. Como había hecho, en su momento, María Eugenia Alegret -afiliada a la Asociación Profesional de la Magistratura-, tras un mandato de cinco años, como el suyo.
Lo más relevante de todo es quien le ha hecho el ofrecimiento del puesto: nada menos que Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat de Cataluña, que es al que le toca.
El sucesor de Artur Mas.
Su nombramiento, sin embargo, corresponde al Parlamento catalán, que tiene que suscribirlo por tres quintas partes.
Y así se hizo ayer, sólo que en un pleno y en un día histórico para las fuerzas separatistas catalanas.
Porque Junts Pel Sí -coalición en el gobierno autonómico- y la Cup, formación que lo apoya, votaron en bloque impulsar un "proceso constituyente". O lo que es lo mismo, el proceso de secesión de Cataluña, que se empeñan en definir eufemísticamente "desconexión".
El catedrático de Derecho Constitucional, Antonio Torres del Moral, no ha dudado en calificar la votación de inconstitucional e ilegal.
"Inconstitucional porque va contra el artículo 2 de la Constitución, que dice que se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española" e ilegal, porque supera la competencia del Estatuto de Cataluña. "El Parlamento catalán no es soberano para votar esa propuesta", explicó.
Gimeno se ha equivocado al dar ese paso, es mi opinión. Porque con ello, ha dado toda la razón a los que "sospechaban" de él y habían criticado su tibieza con todos los independentistas cuando estaba al frente del TSJC.
Diga lo que diga, se ha retratado. Esa es la impresión que ha quedado.
Como decía el viejo aforismo, por sus hechos los conoceréis.