Lo que sucede es que algunos confunden ser de izquierdas con odiar a la derecha, que es lo mismo que les sucede, pero al revés, a los que sostienen que ser de derechas es odiar a la izquierda, lo cual es un síntoma clarividente de que tontos e incultos los hay por doquier.
En todas las encuestas que con tanta frecuencia y con tanto error se hacen en España para ver si alguna vez tendremos un gobierno, hay una mayoría de ciudadanos que no saben ni contestan, porque son esos tipos que, siendo de izquierdas o de derechas, no están dispuestos a regalarles su voto ni a unos ni a otros, salvo que se lo merezcan.
Son de los que entienden que si una persona puede pasar de creyente a ateo, o de fiel esposo a desenfrenado follador en casa ajena, ¿por qué no van a poder negarle su voto al impresentable que lo mal utilizó e incumplió su promesa electoral, aunque sea de los suyos?
En la vida con frecuencia la inteligencia y el discernimiento superan a la pasión aunque creamos que sucede al revés, porque no son mayoría los que hacen más ruido sino los que se lo piensan dos veces antes de pegarse un tiro en el pie.
Yo tengo el privilegio de reunirme casi todas las semanas con gente del mundo del teatro, del cine y de la farándula, gente que tiene acumulado en su haber miles de kilómetros en carreteras, trenes y aviones, horas encima de escenarios, sets y platós, y años de ir a contracorriente del poder, porque no hay cosa más antinatural para un creador de ilusiones que ser un leal palmero del que es jefe de la policía, los presupuestos y el reparto de prebendas… aunque de todo hay.
También es cierto que la vocación libertaria del creador le conduce a posicionarse en el espacio político del contrapoder, pero eso no quita para que a la hora de votar le seduzca más la izquierda que promete ser solidaria que la derecha que hace que cuadren las cuentas, aunque ni unos ni otros tengan memoria de lo que prometieron.
En el mal llamado mundo de la cultura cabe de todo, y aunque pesan mucho los sentimientos no es un lugar en el que se desprecie la inteligencia, que generalmente conduce a reconocer, aunque sea en la intimidad, que los tontos cuando amanece están repartidos a ambos lados del patio de butacas.
Lo difícil en este momento no es ser izquierdas ni de derechas sino encontrar una aguja en el pajar de la mediocridad y de la decencia, y por eso hay tanto huérfano que llora la ausencia de un padre al que respetar.