La Justicia en España padece una enfermedad crónica pero la enferma tiene cura… El diagnóstico está claro, pero las discrepancias surgen cuando se estudian las posibles curas. Tres autores, un socialista, Juan Luis Rascón; un popular, Federico Trillo, y un jurista como el vicepresidente del Poder Judicial, Fernando de Rosa, debaten sobre la reforma de la Justicia. Entren y participen en el debate.
Más de 30 años después de la aprobación de nuestra Constitución democrática en 1978, la Justicia aparece como el servicio cuyo funcionamiento menos satisface a los ciudadanos: según la encuesta del CIS del pasado mes de julio (la más reciente de las disponibles) el 71 % de la opinión pública considera que funciona poco o nada satisfactoriamente. Nuestra Constitución sitúa nada menos que en el Preámbulo, como el segundo pilar de su frontispicio, "la voluntad de la Nación española de: consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la Ley". Siga leyendo el artículo de Federico Trillo>>
Ante la situación creada por la reciente sentencia del Tribunal Constitucional corrigiendo algunos artículos del Estatuto de Cataluña, y por la grave crisis económica que se viene sufriendo desde hace años, se está planteando la necesidad de entrar en la reforma constitucional de una manera urgente. A pesar de los esfuerzos que las instituciones competentes en materia de justicia han venido realizando en los últimos años su imagen sigue siendo, la mayoría de las veces, la de unos juzgados congestionados y obsoletos. Siga leyendo el artículo de Fernando de la Rosa>>
A través de estas líneas pretendo una reflexión de aproximación sobre el Estado de la Justicia en España y sus posibles recetas para que ese servicio público esencial responda adecuadamente a las expectativas razonables que la ciudadanía espera de ella desde hace tiempo. La Justicia en España padece una enfermedad crónica pero la enferma tiene cura, eso sí, no con cuidados parciales y paliativos hasta ahora ensayados y sí con un tratamiento integral, sistemático y suficientemente meditado para el corto, medio y largo plazo. Siga leyendo el artículo de Juan Luis Rascón>>