Los Estados Unidos, tras dos trimestres dubitativos en los que reapareció con fuerza el fantasma de la deflación, volvieron a crecer intensamente en los últimos tres meses de 2010. Japón y muy especialmente los países periféricos de Europa fueron los que se quedaron más retrasados en la recuperación.
El año pasado ha dejado un sabor agridulce en lo económico. La recuperación mundial ha sido más intensa de lo proyectado inicialmente, aunque su ritmo fue bastante desigual. Los países emergentes tuvieron un comportamiento brillante, y también sorprendió, por lo positivo, la evolución de la economía alemana con un crecimiento superior al 3 %.
El año pasado ha dejado un sabor agridulce en lo económico. La recuperación mundial ha sido más intensa de lo proyectado inicialmente, aunque su ritmo fue bastante desigual. Los países emergentes tuvieron un comportamiento brillante, y también sorprendió, por lo positivo, la evolución de la economía alemana con un crecimiento superior al 3 %. Los Estados Unidos, tras dos trimestres dubitativos en los que reapareció con fuerza el fantasma de la deflación, volvieron a crecer intensamente en los últimos tres meses de 2010. Japón y muy especialmente los países periféricos de Europa fueron los que se quedaron más retrasados en la recuperación.
Sin embargo, lo peor del ejercicio que acabamos de dejar atrás es la sensación que la economía mundial sigue siendo vulnerable por sus desequilibrios, tanto externos como fiscales, y que los estímulos monetarios extraordinarios no son sostenibles por mucho más tiempo. Entramos así en 2011, año en el que deberíamos ver una consolidación del crecimiento de la economía mundial, y recuperar definitivamente los niveles de renta previos al inicio de la crisis. Los riesgos a la baja son, no obstante, importantes; y van desde la subida del precio de las materias primas pasando por un repunte de los tipos de interés para moderar las tensiones inflacionistas. Entrando en la economía española, el año 2010 ha sido bastante mejor que el 2009.
El año pasado se cierra con una contracción del PIB y una destrucción de empleo muy inferiores a las que vivimos el ejercicio previo, el más caliente de la crisis. Sin embargo, si nos comparamos con nuestros socios del euro la recuperación ha sido mucho menos intensa que la suya -sólo recordar que el crecimiento alemán ha sido del 3,6 %- y la brecha en el deterioro del mercado de trabajo español se ha continuado abriendo. Además, a pesar de un crecimiento negativo, el déficit exterior, que mide nuestra necesidad de financiación del resto del mundo, se ha estabilizado por encima del 4 % y la inflación ha repuntado hasta más allá del 3,5 %. A su vez, las expectativas no son demasiado halagüeñas, y aunque se observa un cierto repunte industrial ligado a la exportación, en el sector servicios los indicadores adelantados apuntan a una contracción, y la confianza en sus diversas facetas se coloca en mínimos de los últimos tiempos. Un aspecto positivo viene dado por la evolución del déficit público.
El presidente del gobierno ha anunciado que para el conjunto del sector público el desequilibrio será inferior al objetivo de este año. Sin embargo, también hemos conocido que el déficit en 2010 de Cataluña estará un 70 % por encima del objetivo fijado y que sus necesidades de financiación bruta este año serán de más de 11 mil millones de euros. Además, el resultado final de la Seguridad Social muestra que ya en 2010 hemos entrado en déficit que se agravará a lo largo de 2011. El factor compensatorio proviene del fuerte aumento de la recaudación del IVA, aunque la cuestión es si estos incrementos se pueden mantener en el futuro ya que responden en parte a efectos de cambio de base más que a un incremento real del consumo. De cualquier modo, deberíamos tener muy claro que cualquier desviación en la senda prometida tendría efectos muy perjudiciales en un entorno como el actual. Otro elemento sensible es el proceso de reestructuración del sector bancario, concretamente de las cajas de ahorro.
El Banco de España ha hecho público el importe de capital que necesita cada una de las entidades de crédito para cumplir con las exigencias recientemente establecidas por el gobierno. Se trata de una cantidad global, ligeramente superior a los 15 mil millones de euros, por debajo del máximo de 20 mil que había adelantado el gobierno, que deberá ser obtenida en los mercados, y si no se consigue será proporcionada por el FROB. En este último caso, las entidades serán parcialmente nacionalizadas y el FROB nombrará administradores para vigilar a los gestores, hasta que se produzca su salida. De este modo el FROB cambia sustancialmente su naturaleza, transformándose de prestamista-FROB.1- en accionista-FROB.2-. Tenemos así un nuevo hito en el plan trazado por el gobierno para recapitalizar las cajas. El siguiente paso consiste en que las entidades presenten sus planes e intenciones para cubrir las necesidades de capital que el Banco de España les ha marcado.
La recapitalización se debe producir antes del fin de septiembre, aunque este plazo se puede extender hasta 6 meses más si se plantea una salida a bolsa de la entidad como forma de obtener el capital. Un aspecto positivo de este proceso es que la mayoría de las entidades tendrán que transformarse en bancos, lo cual será una exigencia si es el FROB el que proporciona el capital. De este modo, se acelera el proceso de transferencia del negocio bancario de las cajas a sus bancos filiales, cuyo gobierno corporativo se deberá ajustar a la nueva situación facilitando la despolitización. Sin embargo, la cuestión fundamental de todo el proceso es si las entidades con carencia de capital serán capaces de obtenerlo en el mercado o al final el FROB, con las consecuencias que ello tiene, tendrá que ponerlo. No podemos ignorar que un fracaso en la obtención de capital privado no sería indiferente desde el punto de vista de la confianza en la economía española, que es un valor extremadamente valioso en estos momentos y no demasiado abundante.
Un último aspecto relevante es la actitud de Alemania y Francia respecto a los problemas de los países periféricos. España es un país fundamental para asegurar el futuro del euro. En estos momentos, y a pesar de lo impopular que resulta en Alemania cualquier tipo de ayuda a los países “pródigos” de la periferia, la moneda única se considera por parte de las élites económicas y políticas alemanas una prioridad absoluta. Cualquier tipo de paso atrás o ruptura en la zona euro tendría consecuencias extremadamente negativas sobre la competitividad de la exportación alemana que es su principal fuente de crecimiento. Por otro lado, la exposición de la banca alemana y francesa a España es muy elevada y supone un porcentaje muy notable de sus recursos propios. Todo esto nos lleva a que siempre se intentará buscar una solución cooperativa a los problemas de una economía como la española.
Ello lógicamente requerirá esfuerzos por nuestra parte, pero también flexibilidad e inteligencia en el apoyo que nos preste la Unión Europea, como hemos visto en las últimas cumbres europeas. La liquidez que los mercados de capitales proporcionen en los próximos meses, e incluso semanas, a la economía española va a depender de la percepción que estos tengan de las cuestiones anteriores, y en última instancia de cómo vean nuestro riesgo macroeconómico y bancario que se encuentran íntimamente conectados. Las dificultades en la renovación de los vencimientos de deuda pueden tener un impacto doble en la economía. Por un lado, entorpecerían adicionalmente el ajuste presupuestario, al incrementar los costes de la deuda, haciendo aún más compleja la consolidación de las finanzas públicas. Sin embargo, la cuestión central para hace frente a estos retos es recuperar la capacidad de crecimiento de la economía española que es indispensable para generar la confianza que necesitamos.
(*) Luis de Guindos Jurado ha sido ha sido Director General de política económica y defensa de la competencia, Secretario General de Política Económica y Secretario de Estado de Economía.