Si el miembro británico del "Reform Club" y su asistente francés parten del número 7 de Saville Row, en Burlington Gardens, para dar la "Vuelta al Mundo en 80 días"; el presidente del Gobierno español y su jefe de Gabinete lo van a hacer desde el palacio de La Moncloa. Y si los personajes de ficción recorrieron 40.000 kilómetros y ganaron la apuesta, nuestros compatriotas de carne y hueso van a emplear el mismo tiempo para recorrer diez mil kilómetros más.
Ante un reto de tal tamaño, ¿cómo se le va a pedir a nuestro moderno Phileas que desista de su particular vuelta al mundo?, ¿qué razones se pueden esgrimir para que no ayuda a Washington a entrevistarse este martes con Donald Trump, el emperador de la Casa Blanca y pedirle que denuncie y critique el proceso catalán?, ¿quién va a ser el atrevido que le quite de la cabeza su asistencia a la cumbre tecnológica de Tallín, la capital de Estonia para hablar del futuro con la presidenta Kersti Kaljulaid el viernes que viene, con cena de mandatarios el día anterior?.
Es imposible que renuncia a los dos Consejos de la UE en Bruselas a mediados de octubre y mediados de diciembre, justo antes de las Navidades. Y ya puestos, pase lo que pase en Cataluña antes y después del uno de octubre, ¿ se pueden comparar Gerona, Lérida y Tarragona con la Gotemburgo sueca que le espera a mediados de noviembre con el primer ministro Stefan Löfuen con la mano tendida?
Europa, mucha Europa en la que despejar las telarañas patrias, que son muchas: juicios, Presupuestos, oposición...un cansancio del que no le libra ni su fiel "Picaporte", que así se tradujo en España el nombre del especial "sirviente" que interpretó el inolvidable e insustituible Cantinflas mientras seguía los pasos de David Niven y le ayudaba a encontrar esposa.
Del Viejo y gastado Continente se sale y se entra: ¿Puede España no estar presente en la cumbre de Europa con los países caribeños que se celebrará entre el 26 y el 27 de octubre en San Salvador?. No lo entendería nadie y mucho menos el presidente Sánchez-Cerén. Tenemos un papel que jugar y hasta el auténtico Phileas perdería 48 horas en su agotador viaje con tal de cumplir con los compromisos que todo caballero acepta ante sus compañeros de Club.
A finales de noviembre, entre Consejo y Consejo europeo en Bruselas, nuestro líder ya tiene apalabrada su asistencia al Continente de donde salió todo, Africa. La Cumbre de Abidjan, en Costa de Marfíl, pondrá a prueba su capacidad de diálogo con su colega Alassane Ouattara. La negritud de la que lleva hablando cuarenta años Luís María Ansón es nuestra asignatura pendiente, más allá de la Guinea que fue nuestra colonia y el Senegal en el que han desembarcado los primos llamados Albertos, junto a Blas Herrero, el más musical de nuestros empresarios, y Alfredo Saenz, el banquero que no puede dejar de ser banquero.
La loca aventura que se inventó Julio Verne para retratar el caracter flemático de los ingleses se inició con el comenterio y discusión sobre el robo de 55.000 libras esterlinas del propio Banco de Inglaterra. El mundo se estaba quedando pequeño y Phileas no dudó en apostarse 20.000 de su propio bolsillo contra la incredulidad de cinco de los miembros del "Reform Club" que le acompañaban en su partida de "whist", tras leer el "Times" y el "Standard" antes del almuerzo.
Contados los kilómetros, pasada revista a los países y a sus mandatarios, analizados los inaplazables y cruciales temas a tratar, sólo cabe desearles a Mariano Rajoy y a Jorge Moragas, en sus papeles de Phileas y Picaporte, que consiga su objetivo, que tengan en cuenta los adelantos horarios que se producen al cambiar de meridianos, y que dentro de ochenta días pueden presentarse en ese otro Club que se reune en la Carrera de San Jerónimo con el éxito bajo el brazo: el problema de Cataluña encauzado o resuelto, los Presupuestos aprobados con el apoyo del PNV y sin soltar más dinero de la hucha común, la oposición del PSOE y Podemos enfrentada a sus propios demonios, y Albert Rivera reconociendo que no puede cobrar dividendos de un ejercicio (Legislatura ) al que le queda mucho tiempo por delante.