A lo largo de la última década el deporte en España ha ido adquiriendo y ampliando su dimensión como factor de bienestar social, de salud y de desarrollo económico. Estamos, pues, ante un fenómeno en constante movimiento, en evolución permanente, que cobra cada vez más protagonismo en la vida de las personas tanto en su vertiente profesional, de alta competición y espectáculo, como en su lado recreativo y lúdico.
Las administraciones públicas tienen el deber de seguir dicha transformación, de anticiparse a los cambios y de dar respuesta a sus demandas. Son las responsables de liderar, por mandato constitucional, una gestión basada en el respeto, en el diálogo y en la colaboración con todos los agentes implicados. A partir de estas premisas, el futuro del deporte en el horizonte del 2020 pasa por avanzar en el desarrollo de los siguientes ejes que en gran medida han guiado en estos años la política deportiva española (extensión de la práctica deportiva, profundización del deporte en la sociedad, consolidación de nuestro país como potencia polideportiva, fortalecimiento del sistema y de la estructura deportiva, e incremento de su proyección internacional) y en la incorporación de nuevos aspectos pendientes de aplicación y en algunos casos de definición.
1. Deporte para todos. Extender la práctica deportiva e incrementar su relevancia social.
Los dos primeros ejes fundados en el concepto “deporte para todos”, se basan en el binomio deporte y sociedad y pretenden la extensión de la práctica deportiva al conjunto de la población española. La última encuesta de hábitos deportivos de los españoles realizada en 2010 por el Centro de Investigaciones Sociológicas en colaboración con el Consejo Superior de Deportes anuncia datos positivos. En la actualidad el 43 % de los españoles y españolas entre 15 y 75 años practica deporte, seis puntos porcentuales más que en la encuesta correspondiente a 2005. Se trata de un lustro histórico; nunca antes los índices de práctica deportiva habían llegado a estos niveles. Sin embargo, sigue existiendo una gran asimetría de género, ya que hay una diferencia de 18 puntos en la práctica deportiva entre mujeres y hombres, y un alto nivel de sedentarismo, puesto que un número considerable de ciudadanos no realiza actividad física habitualmente, lo que tiene especial incidencia en la población infantil y juvenil. Para paliar esta situación y con el fin de impulsar el acceso universal a una práctica deportiva de calidad para el conjunto de la población, hay que poner en marcha una serie de programas y medidas que amplíen y completen los planes existentes en Comunidades Autónomas, Ayuntamientos o el Plan A+D del Consejo Superior de Deportes, Plan integral para la actividad física y el deporte.
Es imprescindible seguir trabajando para obtener un acceso real a la actividad física, ya no sólo para dar cumplimiento al derecho de la ciudadanía a practicar deporte con las máximas garantías de calidad y seguridad, sino por una cuestión de salud pública. Dentro de diez años, la sociedad española debería tener unos índices de práctica de actividad física y deportiva semejantes a los niveles de la media europea de los países más desarrollados, e incorporada a los hábitos cotidianos de las personas; con nuestros chicos y chicas escolares haciendo ejercicio físico diariamente de modo frecuente y continuado, combinando la educación física curricular y el deporte educativo; con unos índices de obesidad, sobrepeso y sedentarismo disminuidos en relación a la situación actual; con una igualdad efectiva y real en la práctica deportiva de las mujeres, así como en las funciones profesionales y directivas de las organizaciones deportivas; con la actividad física y el deporte incorporados plenamente en la prevención primaria y secundaria del sistema público de salud.
Profundizar en el deporte como parte de la sociedad, es pensarlo como una actividad con un inmenso valor estratégico. Cuando se habla de deporte se habla de valores, educación, salud, integración y cohesión social, igualdad, de economía y de medioambiente. Todos estos elementos deben ser fomentados convenientemente por el Estado. Y al decir Estado, me refiero a una compleja estructura actuante sobre el hecho deportivo: Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades Autónomas… y, como elemento director y coordinador, el propio Gobierno de la Nación. Es necesaria una política deportiva que contemple estos aspectos.
2. España como potencia polideportiva. Seguir perteneciendo al G-8 del Deporte Mundial.
En 2010, nuestros deportistas consiguieron, en pruebas olímpicas en mundiales y campeonatos de Europa, 38 medallas, situando a España en un puesto destacado dentro de los países con mejores resultados deportivos. Además nos han dado muchos triunfos y alegrías en estos años: desde el Campeonato del Mundo de la Roja en Sudáfrica hasta las victorias en tenis, baloncesto o motociclismo, por citar algunas modalidades deportivas de relevancia en la sociedad.
Tales éxitos se consiguen por la gran calidad de nuestros deportistas, que han perdido todos sus complejos en la competición, pero también hay que tener en cuenta especialmente en los deportes no profesionales, el apoyo decidido a aquellos deportistas que sobresalen y acaban alcanzando la excelencia, a una red de infraestructuras deportivas de alto nivel repartidas en todo el territorio nacional, al seguimiento y soporte técnico de los mejores profesionales, y a la fructífera colaboración entre lo público y lo privado. Con ejemplos como el nuevo diseño del Plan ADO o el Plan ADOP un plan soñado desde hace años y conseguido en 2005 para el deporte paralímpico.
El nuevo concepto de estos planes se basa en la declaración de los Juegos Olímpicos como ‘Acontecimiento de excepcional interés público’, lo que ha permitido la participación en el deporte de entidades que se benefician de unas rentables condiciones fiscales, a la vez que se asocian a la marca olímpica y al deporte español. La financiación articulada mediante un sistema de concesión de becas se ha confirmado como un instrumento muy beneficioso para que España se sitúe entre los mejores. A pesar de la difícil situación económica, ambos planes han mantenido su financiación y ya miran con grandes expectativas hacia Londres 2012.
El objetivo para la próxima cita olímpica, y para los años siguientes, se centra en mantenerse, dentro de ese G-8 del Deporte al que pertenecemos ya. Queda pendiente encontrar una financiación adecuada para el deporte español no profesional que debería en gran parte basarse en el desarrollo del mecenazgo y patrocinio para sumar la colaboración privada a la pública en la financiación de nuestro deporte.
Pero no sólo hay que generar condiciones óptimas para obtener logros deportivos, también es necesario disminuir los obstáculos que dificultan a los deportistas de alto nivel el desarrollo de carreras profesionales complementarias a sus carreras deportivas. El Programa de Atención al Deportista de Alto Nivel, (PROAD), puesto en marcha hace 3 años, está obteniendo muy buenos resultados. Dispone de una red de tutores que atienden sus peticiones de formación y empleo con la elaboración de un itinerario individualizado (formación y empleo especialmente) según los deseos de los deportistas. Este Plan deberá extenderse para que en 2020 todos los deportistas que cosechen éxitos para nuestro país dispongan de este servicio.
3. Fortalecimiento del sistema deportivo. La referencia internacional.
Un sistema deportivo fuerte es el que posee un marco legislativo acorde con la realidad deportiva del país y del entorno internacional.
En los últimos años se ha intentado llevar al deporte español la máxima limpieza y la máxima transparencia, dotando a la sociedad de instrumentos de toda índole que contribuyan de manera eficaz a acabar con las lacras del deporte. La Ley de protección de la salud y lucha contra el dopaje de un lado, que está en fase de reforma para su adaptación a los cambios producidos a nivel internacional y la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, así como sus respectivos desarrollos, son herramientas eficaces que sitúan a nuestro país en la vanguardia de la lucha a favor del juego limpio. Hay que continuar en esa lucha de la mano de las instituciones internacionales y actuar con el máximo rigor, siempre aplicando el principio de tolerancia cero y trabajando simultáneamente en tres niveles: prevención, control y sanción.
Así mismo, la lucha contra el fraude deportivo, (venta o compra de partidos, amaños de resultados, etc.) ha dado un paso importante con la reciente modificación del Código Penal, que considera delito estas actuaciones desde diciembre de 2010, y debe seguir siendo un objetivo en el 2020.
Otra pieza de esta estructura es la reforma del deporte profesional. Se elaboró el Libro Blanco sobre esta materia y se han llevado a cabo todas las iniciativas necesarias para impulsar la Ley. La ya iniciada segunda década del siglo XXI debe poseer una legislación que atienda las necesidades reales del deportista profesional, y que regule una actividad de gran impacto económico –el deporte supone entre un 2 % y un 3 % del PIB- y social acabando con la situación en que se encuentra en la actualidad.
Recientemente se ha aprobado la Ley de regulación del juego. La ley ha sido elaborada para adaptarse a la nueva realidad que establecen las tecnologías de la información y la comunicación. Internet había sido hasta el momento una especie de paraíso de las apuestas, donde no existía regulación ni el seguimiento adecuados de las apuestas on-line. Este texto afecta de lleno a una de las actividades de negocio que rodean al deporte y habrá que desarrollarlo teniendo en cuenta los intereses de todos los sectores implicados.
Todo este entramado legislativo no obtendrá su máxima eficacia si no va acompañado de un nuevo modelo de gestión de las entidades y clubes deportivos basado en la responsabilidad y en la sostenibilidad. El modelo actual se encuentra agotado, necesita reinventarse a partir de unas premisas que se ajusten a la realidad del mercado, y que no permitan gastar más de lo que se ingresa. Es necesaria la constitución de un organismo independiente que debe tener una composición plural, y que emita informes de solvencia para asegurar la participación en las distintas competiciones. Así mismo, se impone la necesidad de incluir también en el ámbito deportivo, las prácticas de buen gobierno como acciones socialmente responsables, enfocadas a lograr mayor transparencia y ética en sus actividades y hacerlo con referentes internacionales, especialmente de la Unión Europea. Deportistas, medios, representantes, promotores, patrocinadores serán los primeros beneficiarios de contar con estructuras participativas, transparentes, responsables y democráticas.
Además de un marco legislativo, un sistema deportivo sólido es aquel que tiene a su alrededor una masa crítica de agentes generadores de conocimiento, junto con una industria capacitada para convertir ese conocimiento en soluciones innovadoras que respondan a las exigencias del sector y que aporten rentabilidad y proyección internacional a nuestro tejido industrial. De ahí la importancia de que el deporte aumente su presencia en los Planes Nacionales de I+D+i y en convocatorias de los Programas marco de la Unión Europea sobre política científica y que desde el Estado se impulse la estructuración del colectivo empresarial, en su mayoría PYMES, para dar cobertura a todas las demandas en materia de equipamiento, instalaciones, seguridad y calidad. INESPORT, la Plataforma Española de la Industria del Deporte, acaba de nacer con este propósito y tiene por delante un futuro prometedor.
4. Proyección internacional. Aprovechar el deporte como seña de identidad de España.
España no sólo destaca por sus resultados en la competición. En este tiempo ha demostrado su capacidad organizativa acogiendo eventos de carácter internacional. Sin duda, en los próximos años tendrá nuevas oportunidades para confirmar sus potencialidades en ese ámbito. En el horizonte inmediato aparecen, como retos del máximo nivel, competiciones como los campeonatos mundiales de baloncesto, balonmano y natación y las administraciones han de apoyar estas iniciativas, siempre que sean coherentes y sostenibles. En este ámbito tenemos una gran asignatura pendiente: el sueño olímpico. Un sueño, que comparten todos los españoles, y que con paciencia y trabajo constante también ha de regresar, más temprano que tarde, a nuestro territorio.
En el primer semestre de 2010, durante la presidencia de turno de la Unión Europea, nuestro país fue el referente del deporte europeo. En el tiempo de Presidencia, España tiró del carro europeo del deporte, avanzando, en el fondo en y la forma, de modo sustancial en el nuevo contexto inaugurado con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. Se sentaron las bases del diálogo estructurado entre instituciones comunitarias y representantes de organismos deportivos, y se celebró el primer Consejo de Deporte de la Unión Europea con los responsables de los 27 países miembros, lo que supuso un punto de inflexión, un antes y un después en la forma de concebir esta materia, por primera vez en pie de igualdad con materias como la educación, juventud, o el medioambiente.
El 18 de enero pasado la Comisión Europea entregó al Consejo y al Parlamento Europeo su Comunicación sobre el ‘Desarrollo de la dimensión europea del deporte’. Este documento de referencia establece junto con el Libro blanco los pilares teóricos sobre los que se sustentan los primeros avances conjuntos en las políticas deportivas de la UE. La Comunicación dio paso a un Plan de trabajo, que se desarrollará hasta mediados de 2014. Ahora el objetivo se centra en conseguir un Programa específico de deporte de la Unión Europea que garantice la futura financiación, y continuidad, de éstas y otras acciones para el próximo periodo 2014-2020.
En la esfera supranacional también es importante avanzar en la representación española en federaciones y organismos internacionales. Actualmente dos miembros del Comité Olímpico Internacional son españoles; y casi con seguridad serán tres este año y ocho presidentes de federaciones españolas lo son de federaciones internacionales. Aumentar estas cifras supone tener más peso en el contexto global, más capacidad de decisión y gestión.
Todas estas cuestiones son apuntes del presente proyectados hacia la próxima década con ilusión y optimismo. El deporte en la España2020 debe impulsar iniciativas que aporten seguridad y riqueza al deporte español, que pongan España no sólo en el mapa de los éxitos deportivos, sino también en el de la gestión pública eficiente. Que impulsen el deporte como fin, pero también como medio transmisor de valores, como factor de reequilibrio social y territorial, como vector para la igualdad de oportunidades. Que den respuesta a los conflictos a través del diálogo y del máximo respeto competencial. Sigo creyendo que esa es la dirección correcta.
(*) Jaime Lissavetzky ha sido Secretario de Estado para el Deporte