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El tesoro de la lengua española

El tesoro de la lengua española

Por Carmen Caffarel

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¿Cómo será, o debería ser, España en el año 2020? Pese a lo arriesgado de hacer predicciones con tanta antelación, hay algo de lo que estoy totalmente segura: nuestra lengua, el español, será un tesoro aún más valioso que hoy. Un tesoro difícilmente cuantificable, capaz de generar riqueza, crear empleo y reforzar la posición de España en el mundo.

Si me aventuro a hacer esta predicción es porque los datos son contundentes: hoy hablamos español 500 millones de personas. En el año 2030 los hispanohablantes seremos más de 535 millones. Y a mediados de siglo, en 2050, la cifra se disparará hasta los 600 millones. Estados Unidos será el primer país en número de hablantes de español. En tres generaciones, el 10 por ciento de la población mundial podrá comunicarse en una lengua de prestigio que es oficial en una veintena de países de América (no olvidemos que su fuerza se basa principalmente en el potencial demográfico de los países hispanoamericanos, donde viven 9 de cada 10 hispanohablantes).

El español es un bien que debemos fomentar, de cuyo valor no siempre somos conscientes. Lejos de estar en crisis, es una lengua en alza que interesa aprender y que es cada día más demandada. Hoy es la segunda lengua más estudiada del mundo: más de 20 millones de personas lo estudian como lengua extranjera.

Aprender español y obtener el título que lo certifica es una buena inversión de futuro. Y es que saber español abre puertas, mejora las expectativas laborales y da pie a nuevas posibilidades de éxito profesional, comercial, etc. Así, los trabajadores bilingües de Estados Unidos que, además del inglés, dominan el español ganan como media 7.000 dólares más al año que aquellos que sólo hablan inglés.

La lengua de Cervantes, de García Márquez, de Lorca, de Cortázar, vive un dulce momento de expansión que tiene ante sí prometedoras expectativas de crecer aún más. Ocupa ya el segundo puesto por número de hablantes nativos, sólo superada por el chino, pero por delante del inglés, el hindi y todos los demás idiomas.

Es además, la segunda lengua de comunicación internacional y la tercera más utilizada en Internet: el ocho por ciento de los usuarios de la Red se comunica en español. Además goza de un enorme prestigio cultural.

Y es que en el campo de la cultura, el español juega con ventaja. Brillantes escritores, artistas, cineastas, arquitectos y músicos de España e Hispanoamérica forman una poderosa galaxia a la que Carlos Fuentes bautizó como el “territorio de La Mancha”. Una galaxia prometedora que, fuera de nuestras fronteras, es contemplada como una sola cultura.

El español nos une y catapulta al exterior nuestras industrias culturales. Una de las principales es la industria editorial, que está considerada la cuarta del mundo en importancia. Su fuerza y prestigio se basan no sólo en la indudable calidad de nuestros autores, sino en el inmenso potencial que supone la existencia de un gran mercado de lectores que hablan y leen en español, sea como lengua materna, sea como segunda o incluso tercera lengua.

En el año 2020, el libro electrónico habrá ganado la partida al libro en formato tradicional, es decir, en soporte papel. La industria editorial deberá seguir afrontando el actual proceso de tránsito hacia lo digital. Pese a estos cambios, todo indica que el sector mantendrá su peso específico en el conjunto de las industrias culturales.

Nuestro cine deberá luchar por mantener el prestigio y potencialidades que hoy tiene. Pese a nuestro afán autocrítico, no olvidemos que España cuenta con directores de cine muy reconocidos fuera de nuestras fronteras y con un amplio abanico de actores y actrices que ganan premios internacionales y figuran en el palmarés de los festivales más admirados.

En cuanto a la música, creo que el panorama es optimista. Y es que tenemos mucho de lo que sentirnos orgullosos, desde los sones latinos hasta el flamenco, Patrimonio de la Humanidad y uno de los tipos de espectáculos más aplaudidos por el público que acude a los centros del Instituto Cervantes.

Arquitectura, pintura y otras disciplinas de nuestra cultura seguirán creando riqueza y generando puestos de trabajo.

La cultura y el ocio (que está estrechamente vinculado a la cultura) son hoy uno de los principales sectores productivos de la economía española. Esta tendencia se reforzará aún más.

Hoy las industrias de la cultura y el ocio suponen un 4 % del Producto Interior Bruto español. Este dato confirma la imparable consolidación de un sector que en el año 1993 suponía tan sólo un 2,4 por ciento. Su tasa de crecimiento es mayor que las del conjunto de nuestra economía, así que es fácil augurar que las industrias culturales seguirán siendo uno de los sectores más dinámicos de la economía española. Y esto es muy positivo, porque están muy vinculadas a las tecnologías de la comunicación, la creación de riqueza y los nuevos yacimientos de empleo. La moderna sociedad de la información tiene en la cultura uno de sus mejores recursos estratégicos.

Nos asombramos a veces de que un país como el Reino Unido haya convertido el inglés en su tercera industria, en una inagotable fuente de ingresos. El caso británico debe inspirarnos a la hora de conseguir convertir el español –y todas las industrias asociadas al español- en una cantera de potencialidades.

Los estudiantes de español para extranjeros necesitan manuales, cuadernos de ejercicios, vídeos, páginas electrónicas, etc. Es decir, un amplio abanico de materiales didácticos. Nuestras industrias culturales son las mejor capacitadas para cubrir esas necesidades formativas y dotar a los alumnos de los instrumentos necesarios en los distintos soportes, desde los tradicionales (libros) a los más innovadores (nuevas tecnologías de la comunicación).

España es el segundo país de destino de los estudiantes norteamericanos que quieren completar su formación fuera de Estados Unidos. Es además el primer país de destino para los becarios europeos Erasmus. Cada año docenas de miles de estudiantes extranjeros nos visitan para aprender aquí español y, a la vez, gozar de nuestra oferta turística. Ese es un filón que no deja de crecer, pero que debemos explotar con inteligencia para alcanzar mayores cotas de riqueza.

En definitiva, el español es en sí mismo una “ventaja competitiva” para quienes lo tenemos como lengua materna. Por eso insisto en que debemos ser conscientes del valor intrínseco de su potencialidad.

El Instituto Cervantes lleva 20 años trabajando por fomentar en todo el mundo el español y la cultura que se escribe con la letra eñe. Desde que se creó en 1991, el Cervantes forma parte de un proyecto de Estado con el que difundimos lo que somos como país. Creo que no hay mejor objetivo por el que trabajar.


(*) Carmen Caffarel es directora del Instituto Cervantes

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