Artur Más podía haber dimitido hace tres meses y haber ahorrado a sus conciudadanos y a su partido la agonia que están viviendo con las sucesivas votaciones y noes que les envía la CUP de Antonio Baños. Les queda y le queda un último capítulo el sábado dos de enero y de ahí a la votación de investidura para vivir en precario el tiempo que le dejen sus " compañeros" de aventura independentista, o a la convocatoria de nuevas elecciones en el mes de marzo.
La droga del poder es muy fuerte y cuando se toma, tal parece que para algunos es imposible renunciar a la misma. Convergencia de Cataluña contaba en su unión con Unió hace cuatro años con 16 escaños en el Parlamento nacional. Ahora, con su nueva marca de Democracia y Libertad se ha quedado en ocho, la mita, siendo superado por su compañero Oriol Junqueras que ha llevado a Esquerra a los nueve escaños.
El culpable del derrumbe y de haber acabado con una de las bases de la burguesía catalana es sin duda el " hijo predilecto" de Jordi Pujol, atado a una nave que zozobra y que no recuerda o le importan muy poco las palabras que el almirante Casto Mendez Núñez dejó escritas durante la guerra española del Pacífico en enero de 1865: " más vale honra sin barcos que barcos sin honra". Artur Más ha perdido ambas cosas.
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