Comienzo la semana en la duda. No sé si quedarme con las fotos de Lucía Echebarría en Facebook o con las cicatrices de Cristina Fernández de Kirchner. Lucia, que estaba aburrida como una mona, ha colgado en internet unas fotos que luego ha quitado. En la primera se la veía desnuda y carnal, en toda su abundancia. La experiencia tiene poco de mística, y les pido que la eviten si no quieren ver su libido arruinada por unos cuantos años. Así que me voy a Cristina, que ha vuelto de su operación y ha hecho como los malos toreros: ha mostrado la cicatriza de la intervención para quitarle aquello que primero era cáncer y luego no lo era. Es probable que Cristina haya hecho ese gesto de desnudez traumática para dar credibilidad a su baja por enfermedad, o para enseñar las heridas, que es un gesto evangélico, que a veces repiten los que se creen tocados por la mano divina, como si el sufrimiento legitimara su victoria en las urnas. Espero que Kirchner pase mucho tiempo al frente de su país, porque de lo contrario puede ser que se aburra y elija el camino de Lucía para mantenerse en eso que aquello famosa filóloga llamó “el candelabro”.