Moby Dada ( más conocido por Piolin) y Azzurra son los nombres de dos barcos en los que yo jamás me embarcaría aunque me invitasen para hacer en ellos un crucero por el Caribe.
Estas naves de pasajeros están ancladas en el puerto de Barcelona como hotel cochambroso, en el que se alojan los policías que han sido desplazados a la ciudad condal, para garantizarle a los ciudadanos la paz, la convivencia y el orden que no aseguran los mossos.
Reconozco que yo ni siquiera de pequeño soñé con ser militar, policía o bombero, porque desde siempre tuve claro que quería dedicarme a contar las historias de los héroes sin confundirme con ellos.
Lo mío es un trabajo algunas veces bien pagado, a ratos reconocido y casi siempre cuestionado, porque salir al patio a dar voces escritas anima al personal que te lee a acordarse de tus ascendentes cada vez que disienten de lo que opinas.
Me he acostumbrado a esa rutina y persisto en mi empeño porque vivimos unos tiempos en los que el silencio casi siempre es cobarde, y no estoy dispuesto a dejarles todo el espacio libre ni a los Guardiolas, ni a quienes cada día se levantan con una nueva mentira en su boca, o a los que cultivan una ulcera gangrenosa festejando la muerte de la gente a la que odian.
Pero no crean que hoy voy a poner el foco de mi análisis en los zarrapastrosos independentistas que hacen escraches o expulsan de los hoteles en Cataluña a esos policías nacionales.
Hoy a quien dirijo mi reflexión es al gobierno que permite que esos servidores públicos mal pagados tengan que hospedarse en barcos en una región de España donde a día de hoy y a pesar del 155, la ley se sigue burlando por algunos políticos y funcionarios, las libertades no se respetan, los delincuentes continúan en sus puestos, los mensajes de odio se siguen transmitiendo cada día por la TV3, y la ciudadanía que cree en la unidad de España está dando la cara allá donde apenas se oye la voz ni se percibe la acción del gobierno.
En la vida y en la política hay que saber aprovechar las oportunidades, y este momento es el que la historia le ha regalado al Estado para que corrija los errores que venimos arrastrando, porque los últimos cuarenta años de este país están escritos a lametazos en las partes innobles de los nacionalistas catalanes, a los que se les ha perdonado todo y se les ha dado más.
Empecemos por situar a la policía nacional y a la guardia civil, que está protegiendo los derechos y las libertades de los ciudadanos en Cataluña, en condiciones dignas.