De la regeneración a la renovación se pasa en menos de 24 horas. Son las que han pasado de las palabras del secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luís Abalos, a las del mismo protagonista explicando que para él regeneración y renovación en el socialismo andaluz tras la caída en picado de los votos es lo mismo. En medio de las dos declaraciones está la contestación de Susana Díaz en forma de “zasca” duro y directo: “solo se regenera lo que está degenerado”, con un apoyo estadístico: en el PSOE son muchos los que han perdido en las elecciones y a ninguno se le ha pedido que se retire. Y es verdad, desde Pedro Sánchez a Guillermo Fernández Vara pasando Miquel Iceta y compañía. Hasta que uno de los candidatos gane la votación de investidura, la esperanza de mantenerse al frente del gobierno andaluz es lo último que está dispuesta a perder.
Decimos y dicen casi todos - menos Susana Díaz y los suyos - que el PSOE andaluz ha perdido. Y no es cierto. Ha ganado en siete de las ocho provincias y ha ganado en 615 de los 778 municipios de la Comunidad. Es el primer partido y le saca unos cientos de miles de votos al segundo. Esa es la verdad de las grandes cifras pero... los socialistas han perdido. Han perdido 14 escaños, han perdido casi quinientos mil votos, han perdido la confianza que tenían de la gran mayoría de los andaluces. Y van a perder el gobierno. Pueden perder el gobierno salvo que el diablo cojuelo de los intereses y vanidades personales envenene a las derechas y confunda a sus dirigentes.
El PSOE andaluz necesita cambios y con urgencia. Y los hará por pura necesidad. La cuestión es si los hacen ellos mismos o los quieren hacer e imponer desde la sede central de Madrid. Entrar en una guerra interna con las elecciones de mayo a la vista y todos los barones territoriales pendientes de lo que pase sería un suicidio. Los socialistas no están para muchos trotes tras apenas cinco meses de su llegada al poder. Y menos cuando la presidenta del partido está muda y el secretario general y presidente del gobierno y su número dos no se ponen de acuerdo en algo tan básico en el 40 Aniversario de la Constitución como la inmunidad del Rey. En mucho del resto de temas de la gobernanza tampoco, pero esos temas ya tienen mucha literatura en los medios de comunicación.
Dicen en el PP que han ganado y no es verdad. Han perdido y mucho. Han perdido siete escaños y trescientos mil votos y a duras penas mantienen el segundo puesto. Su euforia tapa la verdad y “salva” a Juanma Moreno y a Pablo Casado, al primero de ellos que estaba muy cerca de su propio adiós, y al segundo que necesitaba un éxito para asegurar su liderazgo. Llevar al PP a la presidencia de la Junta es el mayor y mejor regalo que se le podía hacer en estas fechas. Se lo tienen que agradecer a Susana Díaz y al socialismo andaluz. Su retroceso tapa muchas carencias de los otros.
Entre la suma de siglas y grupos que forman Adelante Andalucía la autocrítica es una extraña y casi invisible compañera de viaje. Apenas la han esbozado Teresa Rodríguez y Antonio Maillo como representantes de las dos mayores formaciones que pusieron ese nombre para evitar el de Podemos. Reconocen que se equivocaron pero se quedan en el enunciado del problema. La izquierda de la izquierda - si dejamos al PSOE en ese lado del escenario politico - no ha parado de criticar a sus viejos y enfrentados compañeros de viaje por la Historia. Y como ellos ha pagado con casi 300.000 votos y tres escaños los coqueteos y planteamientos de Pablo Iglesias con los independistas catalanes.
La felicidad que se percibe en Ciudadanos puede ser tan contagiosa como perecedera. Lo que intentan es casi un imposible y dejo para el casi el uno por ciento de las probabilidades. Son uno de los dos ganadores - el otro es Vox - pero desde la tercera posición pedir al primero que se aparte y al segundo que le apoye y le deje la presidencia mientras se tapa la nariz para solicitar al quinto que le preste durante unas horas sus doce escaños es demasiado. Juan Marín y Albert Rivera quieren alejarse lo más posible de la derecha de la derecha, pero la necesitan. Y lo saben. Su camino hacia La Moncloa es largo y no admite los errores.
En Vox se roza el éxtasis. Ni en sus mejores sueños podían imaginarse lo que ha pasado. Han conseguido mucho y han colocado a la política nacional y a sus dirigentes ante una gran dilema: confrontarlos en su terreno o ignorarles. Y tal parece que entre esos dos espacios no hubiese alternativa. A Santiago Abascal le deben respeto político sus adversarios. Se lo ha ganado al margen de que se esté en acuerdo o desacuerdo con sus principios y con sus postulados. Puede que no encajen en nuestra democracia pero tampoco encajan los de una gran parte de las fuerza catalanas. Aquí cambiar, modificar, sustituir son verbos intercambiables con destruir, retroceder, imponer. Que cada uno elija y lo aplique de la forma que considere más justa.