El presidente del Gobierno cree que Unidas Podemos no tiene más remedio que apoyarle para ser presidente. Esa es su primera necesidad. La segunda se llama llama Esquerra Republicana de Cataluña. La tercera necesidad tiene más margen para ser cumplida, siempre que tenga los votos de Iglesias y los suyos
El presidente del Gobierno por asalto parlamentario ya puede serlo por deseo de las urnas. Ha conseguido menos escaños de los que tuvo su antecesor en tres ocasiones, pero le bastan. Con 123 escaños cree que la suerte de los tiempos - más elecciones en menos de un mes - le sonríe, pero o cubre sus tres necesidades o habrá regreso a las urnas.
No es la maldición de Rajoy, la que llevó al presidente del PP a negarse primero a someterse a una votación de investidura y, tras volver a ganar, conseguir que el pacto con el PSOE de Pedro Sánchez le permitiera diez meses más tarde seguir en La Moncloa. No, la maldición del líder del PSOE está en sus escasos 123 escaños.
Ha vencido de forma clara y rotunda. Tiene tres millones más de votos que su inmediato adversario. Con 52 escaños más. La España de color azul de 2011, 2015 y 2016 se ha pasado al rojo socialista. Incluso la Andalucía que le dio la espalda a su compañera Susana Díaz le ha dado un amplio apoyo. Cree que puede gobernar en solitario, tal y como insiste su vicepresidenta en funciones, y tal y como él mismo repitió como deseo en la campaña electoral.
Pedro Sánchez, que en los dos debates televisivos tuvo un comportamiento exquisito con Pablo Iglesias incluso cuando éste le atacaba en busca de un remedio para los malos pronósticos, cree que Unidas Podemos no tiene más remedio que apoyarle para ser presidente. Esa es su primera necesidad. Sin los 42 escaños que “negociará” Pablo Iglesias no hay investidura y tendrán que repetirse las elecciones más pronto o más tarde.
La segunda necesidad tiene nombre nacionalista e incluso independentista. Se llama Esquerra Republicana de Cataluña. Sus quince escaños representan la mayoría absoluta que saldría de sumarlos a los del PSOE y Unidas Podemos. Les sobrarían tres, sin tener que negociar con ningún otro grupo. El problema, el gran problema está en las condiciones que le expondrán Oriol Junqueras desde la cárcel y Gabriel Rufián y Joan Tardá desde sus escaños.
En Cataluña la victoria de ERC es inapelable, al igual que lo es el resurgimiento del PSOE y las caídas del PP y de las confluencias de Podemos. Los dos primeros ganan escaños en el Congreso y los dos últimos los pierden, con los populares quedando en quinta posición y al borde de quedarse sin el único que han salvado, que es el de Cayetana Alvarez de Toledo, la enviada especial para “combatir” la imagen de Ines Arrimadas y Ciudadanos.
El prisionero Junqueras ha vencido al “exiliado” Puigdemont. También a su portavoz Torra. Junts per Catalunya ha perdido un escaño y, lo que es más importante, la representación del independentismo, que pasa de la derecha nacionalista a la izquierda republicana. Y sin los 15 escaños de ERC, Pedro Sánchez no consigue la investidura.
La suma de PSOE y Podemos más los nacionalistas vascos de PNV y Bildu tampoco llega a los 176 escaños necesarios. Se queda en 171. Ni siquiera con los que podría negociar con el cántabro Revilla, el valenciano Baldoví y la canaria Oramas pasa ese listón rojo. Demasiada mezcla de siglas, partidos y deseos para quedarse en 175 votos en el Hemiciclo.
La tercera necesidad tiene más margen para ser cumplida, siempre con los votos parlamentarios de Unidas Podemos por delante. Los 165 escaños pueden bastar para una segunda votación en la que la mayoría absoluta no es necesaria. Con la abstención de ERC le bastaría a Sanchez para salir elegido. Y el precio a pagar en las negociaciones sería mucho menor.
A su favor tiene el tiempo. No se formará el Congreso de forma oficial hasta el 20 de mayo. Y entre esa fecha y las elecciones del domingo 26 apenas se nombrará un presidente de la Cámara y la Mesa de la misma. No habrá debate de investidura hasta el mes de junio, con los resultados de las segundas elecciones ya definitivos y listos para ser negociados.
Si Unidas Podemos no le apoyara y simplemente se abstuviera no saldría elegido ni en primera, ni en segunda votación. Esa es la baza de Pablo Iglesias. La de Sánchez sería acusarle de favorecer a la derecha para ir a nuevas elecciones. Jugadas de riesgo que también afectan a ERC y, de otra forma, a Ciudadanos y a Albert Rivera, tal vez el único al que pueden interesarle repetir la cita con las urnas con la esperanza de “pasa” de una vez por todas al Partido Popular.
Con el mapa de España desplegado en todos los despachos, con el gobierno de la nación en juego, con los gobiernos de trece Comunidades en juego, con los gobiernos de miles de Ayuntamientos en juego, los equipos de los partidos van a tener que emplearse muy a fondo para cerrar pactos de distinto alcance e importancia. Los ciudadanos veremos el espectáculo en primera fila, dispuestos tanto a aplaudir como a pitar a los protagonistas.