El doctor Ariel, espantado por su pasado familiar, decide donar todos sus bienes para montar “El hogar del suicida”, un sanatorio para enfermos con esa tendencia. Esa es la base de la trama teatral que montó el asturiano Alejandro Casona bajo el título “Prohibido suicidarse en Primavera”. La estrenaron Manuel Collado y Josefina Díaz en el teatro Abreu de México el 12 de junio de 1937. Muy recomendada hoy para todos los dirigentes englobados en ese algo que se sigue llamando Podemos.
La angustia que padecía el benefactor creado por Casona la heredan sus discípulos, el doctor Roda - al que puede interpretar de forma muy creíble Pablo Iglesias - y su ayudante Hans - papel reservado para Iñigo Errejón que se lo ha ganado a pulso - que llevan la clínica - hoy Podemos - a trancas y barrancas y por la que pasan tanto enfermos como visitantes ocasionales: Ahora Madrid, Más Madrid, Anticapitalistas, Izquierda Unida, Equo... una lista inabarcable de siglas y formaciones cada vez más reducida y más radical, siempre en posesión de la única verdad posible en el enfrentamiento eterno que viven las clases sociales en la sociedad capitalista.
La izquierda que habita a la izquierda del PSOE es fiel a su historia desde hace un siglo. Empeñada en revisar de forma permanente todo lo que la rodea es incapaz de aceptar que con los instrumentos electorales de los que está dotada nuestra democracia, la división en siglas, grupos y candidaturas se castiga de forma muy severa dejando sin representación miles de votos. En 2015 Izquierda Unida de Madrid no llegó al cinco por ciento y se quedó sin representación parlamentaria.
Los ocho escaños del Congreso que consiguió en 2016 la confluencia lograda por Pablo Iglesias y Alberto Garzón eran ya una pérdida de dos representantes sobre lo ocurrido diez meses antes. La unión no fortaleció a esa izquierda, la debilitó. Tres años después el desplome que no vieron llegar sus dirigentes ( o la mayoría de sus dirigentes ) está a punto de consumarse.
La democracia desde la base que defienden los pocos miles de militantes, las alabadas y poco útiles primarias que tanto entusiasman a sus adversarios, chocan de raíz contra los votos en las urnas de varios millones de ciudadanos. Ese debate no lo saben resolver las organizaciones, ninguna, pero mientras el centro y la derecha lo “superan” con el ordeno y mando, la izquierda lo convierte en una cadena de traiciones y despropósitos personales que, en el fondo, lo que esconden es el deseo de estar por encima de la necesidad de ser. El sillón y el puesto por encima de las ideas y las buenas palabras.
En este “hogar del suicida “ en el que han entrado las organizaciones de la izquierda la fecha límite para “cambiar” y agruparse en una única candidatura es el 2 de abril, si se acepta la pequeña trampa de “subsanar errores” de las listas que se cerraron el 27 de marzo. No parece que ese sea el tratamiento que les permita defender esos ocho escaños. Y esa enfermedad que les afecta de forma rotunda en Madrid se ha extendido por toda España hasta tal grado que sus ochenta escaños pueden quedarse en menos de la mitad.
De su mal se va a favorecer en primer lugar el PSOE pero también el resto de formaciones por los efectos distributivos de la mencionadísima Ley D´Hont, desde el PP a Vox que al margen de los componentes ideológicos - en las antípodas de Podemos y sus confluencias - va a recibir un importante apoyo de los españolas que están “cabreados” y desencantados con la actuación de loos partidos en general y de la formación de Iglesias en particular.
En el sanatorio teatral creado por Casona aparecen esculpidos en piedra unos versos atribuidos al Comendador valenciano Luís Escriba, que puede que tengan que imprimir en su esquela aquellos que con su suicidio político se presentan como los futuros perdedores:
“Ven muerte tan escondida/que no te sienta venir/porque el placer de morir/no me vuelva a dar la vida”.