Botín, Monzón, Arrimadas y Casado ocuparon las cuatro sillas que el Club Bilderberg reservó para España en la conferencia que ha tenido lugar este fin de semana. De los 130 asientos, un tercio fueron ocupados por norteamericanos, y entre cinco y seis cada una de las otras grandes potencias occidentales. Hubo asientos para el FMI y el Banco Mundial. Todos por invitación. El encuentro se celebra bajo la regla de Chatham House, de modo que lo que allí se habla, allí se queda, aunque desde hace unos años hacen público los asuntos tratados.
Entre los diez de este año, además de dos clásicos como China (4) y Rusia (5), destaca en el punto segundo “¿Qué es lo que le espera a Europa?”. No sabemos si el Club dio la respuesta, pero podemos apostar que, como poco, los asistentes habrán coincidido en que Europa está de facto excluida de las posiciones de liderazgo que ocupan EE.UU. y China. De ahí la pregunta.
Ocupada tras las elecciones en renovar a sus líderes, se enfrenta no solo a la presión de las grandes potencias como EE.UU. y Rusia con vocación de diluirla o a la de China con voluntad de ocuparla, sino a un nuevo enemigo interior -a añadir al Brexit-, como es el reto de hacer frente al firme propósito de Italia de quebrantar las reglas de la Unión Monetaria que constituyen la red que sirve de base de la confianza en el euro.
Hemos visto estos días como la prima de riesgo volvía a hacerse un hueco entre los titulares, afortunada y momentáneamente por bien para España (90), pero muy mal para Italia (299) que se dirige inexorablemente hacia los 300 p.b., algo más de la mitad de lo que llegó a pagar en plena crisis del euro de 2012, y muy cerca de lo que paga Grecia (325). Alejarse de Italia es la consigna que se impone entre los países de su entorno, España en particular, para evitar verse arrastrado en la refriega que se avecina.
La negociación para la formación de Gobierno en España difícilmente podrá abstraerse de esa amenaza, de modo que quizá con buen criterio, el Club Bilderberg invita al encuentro a la oposición y no a miembros del Gobierno. Sin embargo, según uno de los analistas, al que se considera entre los que mejor conoce los secretos del Club, a sus miembros les da igual quién gobierne mientras respete el actual modelo económico. ¿Pero quién lo respeta?
Ni siquiera los populismos de cualquier signo se han atrevido hasta el momento a cruzar el umbral del único reducto de relativa ortodoxia que representan los bancos centrales. Si el reto italiano lo es fundamentalmente para el BCE, verdadero y prácticamente único poder real europeo, en EE.UU. su presidente, que ve como se despeja su camino hacia un segundo mandato, está firmemente decidido a asaltar el hasta el momento indómito reducto de la Reserva Federal.
Fracasó con dos candidatos, pero lo intenta de nuevo con una tercera y en esta ocasión con más probabilidad de éxito. Simpatizante del patrón oro, cuestiona en una reciente entrevista a Financial Times si tiene que ser la Reserva Federal la que determine la política monetaria: “¿Cómo puede una decena saber cuál es el tipo de interés correcto? ¿quién lo sabría?”
Será porque el conjunto de disparates es equilibrado o porque nadie sabe muy bien a qué atenerse, el caso es que dólar y euro apenas acusan la corriente que viene del fondo. Parece que el modelo económico actual tiene un horizonte comprometido. Al menos, en la lista de asistentes a la reunión del Club no estuvo Mrs Shelton que así se llama la nueva candidata a Gobernadora de la FED.