Si no existieran las elecciones del 10 de noviembre las reacciones de todos los partidos a la sentencia del Supremo sobre el Process serían muy distintas. Las declaraciones de los dirigentes de los partidos con representación parlamentaria se hacen mirando más a las urnas que a los episodios de violencia callejera.
Violencia programada en las calles de Cataluña y encuestas sucesivas en los medios de comunicación. Se retroalimentan. Santiago Abascal contempla como Vox sube y acelera sus peticiones sobre la necesidad de proclamar el “estado de excepción” , justo lo conrrario de lo que hace Pablo Iglesias, que minimiza lo que está sucediendo en Barcelona y sse dirige más a los integrantes de la marcha de los pensionistas sobre Madrid.
En el medio de esos dos extremos, y dejando a un lado la posición de los “independentistas moderados” como pueden ser tanto la Esquerra de Oriol Junqueras como el PNV de Urkullu, que trabajan a más largo plazo pero con el mismo objetivo final, que es tener el pleno control de sus territorios, lo que está ocurriendo con Ciudadanos y Albert Rivera es digno de una tesis política: a ese antiguo centro político en origen no le están “matando” los más próximos. Le está “matando” en la distancia Vox.
La gran caída en votos y escaños del Partido Popular el 28 de abril no tuvo como principal responsable a la formación de Santiago Abascal, la fuga de apoyos estuvo en el centro, allí donde se había colocado de forma equivocada Rivera esperando un “adelantamiento” que nunca llegó. En ese espacio estaba su recuperación y ahí es donde la existencia de Vox le favorece a Pablo Casado.
La derecha dura, que se “exilió” del PP era una minoria y en eso sigue por más incremento de votos que obtenga dentro de un mes. Una gran parte no habrían votado al PP que salía de las manos de Mariano Rajoy, ni tampoco lo harían ahora. Vox consigue eliminar una buena parte de la abstención que sufriría la derecha por su lado más ultra. Y consigue, además, convertir con su sola presencia al PP en una formación de derecha moderada a los ojos de los electores.
¿A quién perjudica esos dos movimientos dentro de esa media España que vota al centro derecha ?. A Ciudadanos, que se queda sin espacio por la ocupación que hacen por sus dos lados tanto el PP renacido de Casado como el PSOE dubitativo de Pedro Sánchez que sigue alejándose sin prisas pero sin paúsas de la izquierda más rasdical que representa Podemos.
En ese reequilibrio de los escenarios políticos de cara a las urnas quien resulta afectado de forma directa y muy dura es Más País e Iñigo Errejón. Iba a ser un elemento rupturista en el seno de los votantes de Podemos, una forma de eliminar presencia parlamentaria de UP por los efectos de la Ley D´Hont a la hora de transformar los votos en escaños. No estaba siendo así y la posibilidad de que el nuevo partido afectara al PSOE ha hecho que su recorrido electoral, tal y como ya señalan todos los sondeos, se reducta a poco más o menos de cinco representantes en el futuro Congreso.
Errejón y los suyos no auman a la izquierda, la restan de forma global por una sencila razón: le ocurre a lo que a Ciudadanos, ya no existe ese centro derecha y ese centro izquierda de nueva creación. Vuelve a estar dentro del PP y del PSOE. Puede que no lo hayan visto aún pero la “salvación” de Más País y su lídser no está en competir con sus antiguos compañeros y con un socialismo convertido en una ameba gigantesca, está y estaría en una unión con C´s y Rivera, algo que hoy por hoy se antoja imposible.
Si uno y otro se estrellan el 10 de noviembre y deciden mirar al futuro tendrán que sentarse a pensar de forma conjunta. Hoy han puesto a sus vísceras por encima de su razón, a sus “odios” personales por encima del análisis de la realidad de España. Ese centro existe y reclamaba unas siglas que le dieran carta de naturaleza. Los responsables de hacerlo han fracasado, mucho más Rivera que Errejón, por supuesto. Es posible que tengan que ser otros los que lo intenten.
Si (
No(