La persecución de los dos Job de Moncloa y su búsqueda de tres amigos
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La persecución de los dos Job de Moncloa y su búsqueda de tres amigos

miércoles 08 de julio de 2020, 19:58h

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Acosado por una pandemia inesperada y una Europa que ya nos pedía apretarnos el cinturón, el primer Gobierno de coalición en la actual democracia entre socialistas y comunistas , con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias al frente, ya ha comprobado tras seis meses de vida que terminar la Legislatura va a ser muy difícil, por no decir que imposible.
Tanto el presidente como el vicepresidente segundo se sienten perseguidos. Más el segundo que el primero, al que desde el mundo empresarial a la Iglesia, pasando por Estados Unidos y más de media Europa, le piden que rompa con la alianza que le llevó a ganar la moción de censura y sobre la que se ha mantenido en La Moncloa.
Al pedir paciencia y esperanza a los españoles y un mucho de “caridad” a la Europa que dirige Angela Merkel, con permiso de un disminuido Macron, los líderes del PSOE y de Unidas Podemos están siguiendo paso a paso y repitiendo la historia que sobre Job nos cuenta el Antiguo Testamento.
Símbolo de la paciencia extrema ante la adversidad, el personaje real o ficticio al que la Iglesia elevó hace siglos a la condición de santo ve como el Diablo, con permiso de Dios, le somete a todo tipo de tentaciones y no contento con eso y dada su voluntad de no ceder a ningún tipo de presión, le " castiga" con todos los males posibles menos el de la pérdida de la propia vida. Al final su resistencia obtiene el Gran Premio: todo lo que tenía y perdió le es devuelto y por el doble. No parece que nuestros Job políticos vayan a recibir ninguna devolución por parte del dios del dinero.
En hebreo, Job significa el perseguido, algo que le cuadra a la perfección a Pablo Iglesias en estos momentos. A unos y otros se les reclama con insistencia desde los medios de comunicación, convertidos en portavoces de los contendientes más que en observadores de la realidad, contacto con los ciudadanos y más diálogo con la oposición en busca de un consenso que se considera indispensable para poder combatir la crisis y esos millones de parados que son la expresión más completa y trágica de lo que está pasando en España, no desde hace seis meses, sino desde hace cinco o seis años.
Desde dentro de sus propios partidos y organizaciones, y desde la oposición de derechas e izquierdas nacionalistas, aumentan las críticas según van pasando las semanas y se le insta a cambiar de política y de ministros, antes de que llegue el “diluvio universal” con que amenaza la situación económica para el próximo otoño.
Sánchez e Iglesias, junto a los más fieles del Consejo de Ministros, se mantienen en sus trece, insisten en que el camino emprendido es el correcto, que no van a hacer caso de sugerencias " extrañas", y que de cambios en el Ejecutivo nada de nada, salvo el pequeño retoque que deba hacerse si la responsable de Economía, Nadia Calviño, logra la presidencia del Eurogrupo dentro de 24 horas.
Pedro Sánchez ha hecho del cambio continuo una forma de ser y estar en política. Piensa que hace lo que debe y no lo que quieren los “ricos” del país; y junto a Pablo Iglesias como fiel escudero, insiste en cumplir lo que prometió en la sesión de investidura y en los pactos de coalición. Su sacrificio, que así lo ven ante los ataques continuos que reciben, es por nosotros, los españoles, y si se hacen los sordos ante tantos y variados análisis y ofrecimientos de apoyos ante una eventual ruptura de sus relaciones políticas y personales, es porque creen y tienen fe en el futuro que están construyendo, ese mítico lugar ideado en las lecturas académicas y diseñado por profetas de despacho, en el que volverán los viejos tiempos y las recompensas por las penalidades. Siempre, claro está que, como a Job, la paciencia y el sacrificio de todos, los que les votaron y los que no lo hicieron, acepten las exigencias de ese dios menor que son los mercados y los de sus grandes sacerdotes, desde el BCE al FMI, desde la Comisión Europea al Consejo que presidirá hasta finales de año la gran sacerdotisa que es Angela Merkel.
Si el Job de las Escrituras tenía tres amigos, que le ayudaron en los tiempos difíciles y en los cuales confiaba, nuestros modernos Job también los tiene y cada martes y viernes nos explican las reformas y sus previsiones sobre la economía, dándose los golpes de pecho de rigor e insistiendo en que no hay otra alternativa y que el culpable real de todo lo que esta pasando y de los ajustes sucesivos a los que se pueden ver obligados junto al resto del gobierno , es ni más ni menos que el anterior presidente, Mariano Rajoy, sus ministros y el Partido Popular desde los tiempos de José María Aznar y sus políticas centradas en combatir el " pecado" de unos gastos sociales que no eran otra cosa que el haber cedido, en tiempos del censurado Rodríguez Zapatero, a las tentaciones del diablo del déficit público.
No es fácil identificar a los tres amigos de Sánchez e Iglesias en la convulsa España de hoy si queremos estudiar la versión mesopotámica de la historia, ya que ni Pablo Casado, ni Inés Arrimadas, ni mucho menos Santiago Abascal encajan en los bosquejos de retratos de sabiduría de los que nos hablan los traductores de los textos bíblicos. Tampoco pueden encontrar esos amigos “para siempre” en los más piadosos Oriol Junqueras, Iñigo Urkullu o el trashumante Carles Puigdemont. Habrá que dejar que sean la vicepresidenta Carmen Calvo y los ministros de Hacienda, Justicia, Defensa y Transportes ( por no hacer la lista entera ) los que escojan a su otro yo entre Elifaz, que era el más viejo, Baibad, que era el más agresivo, y Sofar, que era el más joven y con más futuro en aquel lejano reino de Elam.
De todo aquello, que fue real al margen de las distorsiones religiosas que se han producido a lo largo y ancho de más de dos mil años, no queda nada,ni siquiera las arenas del desierto y nuevas ciudades que se construyeron sobre las ruinas de las antiguas. Es lo que ocurre con las naciones, los países y las civilizaciones, que no son eternas. Y eso es lo que cree con la fe de los conversos el presidente del gobierno: que nada es para siempre, que de todos los abismos se sale, incluido el más doloroso para este comienzo del siglo XXI, desde la pandemia del Covid 19 a las cifras del paro y de la deuda pública, que asoman monstruosos en el inmediato futuro.
La misma Iglesia que se adelanta al funeral de Estado previsto para finales de julio, colocó a Job como santo el diez de mayo. Estoy seguro de que si Pedro Sánchez consigue a base renuncias lo que quiere y saca a España de la crisis, los suyos le harán santo civil y hasta le sacarán en procesión electoral en los próximos comicios. Claro que, en caso contrario, le acusarán de todos los desastres y le condenarán a la hoguera de la memoria. Algo en lo que el PSOE y los socialistas, por un lado, y la izquierda que aglutinó Podemos e Izquierda Unida, por otro, tienen una larga y demostrada experiencia.
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