Pedro Sánchez y Quim Torra.
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Pedro Sánchez y Quim Torra.

La tercera batalla que va a perder el Gobierno

miércoles 15 de julio de 2020, 18:13h

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Bajo el síndrome del Covid 19 la carrera hacia las urnas ya ha comenzado en Cataluña. Y de la peor manera, con denuncias de espionaje y crisis de identidad en los partidos, tanto en el ámbito autonómico como en el nacional. Es la tercera batalla política del año tras las de Galicia y Euskadi, y también la va a perder el Gobierno.
En Galicia, Alberto Núñez Feijóo se despojó de las siglas del PP para ganar su cuarta mayoría absoluta. Pueden desde la sede central del partido intentar unir al presidente gallego con Pablo Casado en la victoria, pero nada tienen que ver las estrategias de cada uno de ellos. Los 41 escaños - o 42 si el voto por correo se lo otorga - del sucesor de Manuel Fraga son 41 enmiendas a los planteamientos que se habían hecho desde los despachos de la madrileña calle Génova. España no suma para los populares si van con Ciudadanos.
El mejor de los ejemplos han sido los resultados. Buenos en Galicia para el primer partido de la oposición a nivel del estado; malos en el País Vasco para esa misma formación. Y todo indica que si insiste en el error, en Cataluña, tanto Casado como Inés Arrimadas sufrirán un nuevo castigo. Los ciudadanos piden claridad a los partidos y a sus dirigentes, y castigan las mezclas de siglas y de propuestas.
Se ve en la oposición y se ve en el Gobierno.
Tanto en las dos Comunidades que ya han votado como en la que lo hará al regreso de las vacaciones el cansancio hacia el palacio de La Moncloa y sus habitantes políticos es evidente. El PSOE está estancado y Podemos en caída libre. Mal para Sánchez y peor para Iglesias. Rectificar dicen que es de sabios, pero es muy posible que ni el presidente, ni el vicepresidente puedan cambiar ya el rumbo del Ejecutivo, ni la imagen que de ellos se tiene en la sociedad española.
Si importante es lo sucedido electoralmente en Galicia y Euskadi, más aún lo va a ser en Cataluña. En ninguna de las dos primeras se celebró un “referendum” por la independencia, ni ninguno de sus dos gobiernos la está pidiendo cada día. En el “ala este” de España, si y con insistencia. Allí los ciudadanos que vayan a votar tendrán que hacerlo con la mirada puesta en dos palacios, el de la Generalitat y el de La Moncloa, en dos Parlamentos, y en tres presidentes: los dos que les gobiernan desde el autoexilio temeroso uno y desde Barcelona el otro; y el que lo hace desde las capital del Reino. Torra y Puigdemont frente a Oriol Junqueras y la CUP, por un lado; y Sánchez e Iglesias frente a Casado, Arrimadas y Abascal, por otro.
Demasiados nombres para resolver un viejo, muy viejo, problema, el de la identidad catalana dentro del estado. Unos, los primeros, lo ven como una necesidad; y otros, los segundos, como un imposible. Para que nada falte, a los problemas estructurales de la Comunidad autónoma se han sumado los de la irresuelta pandemia sanitaria, las luchas internas dentro del soberanismo, la puesta en semilibertad de los condenados del Procés, y para cerrar el círculo el espionaje a cargos públicos, Torrent y Maragall, por parte de no se sabe quién, pero a los que desde Barcelona ya le han puesto nombre: el estado español.
Será la tercera batalla en las urnas y los augurios para el PSOE y para Podemos, en sus versiones catalanas, no son muy buenos. Mala imagen del Ejecutivo tras los tropiezos de Galicia y el País vasco; mala imagen por su evidente división interna; mala imagen por su falta de iniciativas; mala imagen por su pérdida de influencia en Europa; todo lleva a la coalición que nos gobierna al fracaso.
Si se cumple el desastre anunciado, el nacionalismo soberanista avanzará más radical si cabe que hasta ahora. Con una prueba evidente de lo deteriorada que está la situación: los Reyes, Felipe y Letizia, están recorriendo toda España en un intento de ayudar en la recuperación económica y social. No tienen fecha para ir a Cataluña. Y si el Jefe del estado no puede visitar una parte del territorio de su país, algo pasa y es muy grave.
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