La apertura de estas representaciones significa un respaldo real, tangible, con una nueva iniciativa destacada por parte de Emiratos tras el acuerdo de paz con Israel, que va mucho más allá de la mera declaración retórica con su peso político pero que se ve rotundamente refrendada con hechos consumados.
En el actual ámbito político, tan convulso en Oriente Medio, resalta llamativa la ambigua posición de Qatar que no se decide a dar el paso que han dado otros países del Golfo, aunque es uno de los mejores socios comerciales de Marruecos, actuando con cierta hipocresía para el interés marroquí que en estos momentos tiene puesta gran parte de sus capacidades y esfuerzos en lograr sus objetivos en lo que denominan sus provincias del sur.
La diplomacia marroquí lleva realizando una intensa labor con el objetivo de encauzar definitivamente la solución política a la situación del Sáhara Occidental con un reconocimiento explícito a su iniciativa de otorgar una amplia autonomía a la región bajo su soberanía.
Los pasos que se han ido dando desde Rabat en los últimos años van desde la recuperación de su posición en la Unión Africana, tras unos años de ausencia por el reconocimiento de la RASD, República Árabe Saharaui Democrática, impulso de su liderazgo político, económico, comercial y social en África, mejora notable de sus relaciones con las grandes potencias como Estados Unidos y China, incluso con Rusia que ha intervenido siempre por su apoyo histórico a Argelia y su interés por una base en el Atlántico, además de recabar el apoyo de países como Francia y España, que mantiene una posición oficial de neutralidad por su grado de responsabilidad legal sobre la antigua colonia, según Naciones Unidas.
Precisamente, en las últimas resoluciones de la ONU para la renovación de su misión en el Sáhara Occidental, MINURSO, sobre todo en la aprobada este año (2548) porque aboga por la resolución política del conflicto entre las partes en lugar de la celebración de un referéndum de autodeterminación, como reclama el Frente Polisario. Esta es la conclusión del Gobierno de Rabat que entiende que la resolución limita el mandato de la MINURSO a la mera observación del acuerdo del alto el fuego, firmado por Marruecos y el Polisario en 1991.
Las actuales circunstancias provocadas por la grave crisis del coronavirus, tanto en Argelia como en Marruecos, así como la nueva situación política tras la aprobación de la nueva Constitución argelina tras los cambios en la cúpula dirigente, la detención por corrupción de destacadas personalidades y meses de multitudinarias protestas en las calles, el Hirat, y la opción de que el presidente Tebboune asuma el tema Sáhara que siempre ha estado en manos de los militares con diversos intereses políticos y económicos.
El hartazgo de gran parte de los más de 170.000 saharauis que malviven desde hace muchos años en los campamentos de la zona de Tinfuf hacia el Frente Polisario y sus acomodados líderes es un factor determinante en el complicado puzzle de esa zona. Cada día son más los saharauis que son captados por grupos terroristas que actúan en el Sahel lo que aumenta el riesgo para la seguridad y la estabilidad.
La opción de un posible acuerdo que se estuviera negociando en secreto con la mediación adecuada es la justificación para que el Polisario provocara el incremento de la tensión en el paso de Guerguerat con la intervención marroquí para restablecer el libre comercio y el tránsito de mercancías hacia Mauritania y otros países subsaharianos, y rompiera el alto el fuego y declarara la reanudación de una guerra que nadie quiere, ni Argelia ni Marruecos, ni los propios saharauis.