Está en cuatro gobiernos autonómicos, en los gobiernos de 18 capitales de provincias y suma 2.788 concejales bajo sus siglas. Tiene 10 escaños en el Congreso, nueve senadores y ocho parlamentarios europeos. Esos son los poderes políticos de Ciudadanos, y los que intenta mantener o incrementar Inés Arrimadas, tras recibir una herencia maldita de su antiguo líder.
Ella no es Joaquín Murrieta y no encontrará a otro Pablo Neruda que escriba sobre el fulgor, las traiciones y la muerte del centro político en España. Lo intentó Adolfo Suárez con la UCD y el CDS y le traicionaron desde dentro hasta hacerle desaparecer en apenas diez años, los que van de 1977 a 1982, primero, y hasta 1993, cuando su formación non consiguió ningún escaños en el Congreso.
En 2007 lo volvió a intentar Rosa Díez tras desgajarse del PSOE y reunir a un grupo heterogéneo de intelectuales, escritores, filósofos y actores que crearon el UPyD. Allí estaban Mario Vargas Llosa, Fernando Savater y Albert Boadella intentando abrirse un hueco entre los dos mastodontes que eran el PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero y el PP de Mariano Rajoy. Aquel centro volvió a fracasar. Otro fulgor, las mismas traiciones internas y otra muerte.
Si el primer intento de consolidar un partido que sirviera de colchón para gobernar España desde opciones liberales, bien con la socialdemocracia, bien con el conservadurismo apenas duró diez años; el segundo fue más breve; y el tercero, el que se aglutinó desde Cataluña en torno a Albert Rivera, puede batir ese record. Si Julio Anguita soñó desde Izquierda Unida adelantar al PSOE “declinante”, sin conseguirlo pese a la “pinza” que intentó con el PP de José María Aznar; lo mismo le ocurrió a Rivera con el PP de Rajoy y al negarse a negociar un gobierno de coalición con el socialismo de Pedro Sánchez. Dos errores de mucho bulto.
Se organice desde Madrid, desde Euskadi o desde Cataluña siempre ha pasado lo mismo. Esa zona política, de perfiles difusos y fronteras permeables es un “coto de caza” ideal para los depredadores de ambos lados. Los primeros que se marchan son sus fundadores: Adolfo, Rosa, Albert...Dejan a sus segundos, que son los que sufren la sangría y los adioses finales. Unos se marcharon y se marchan a la derecha, en este momento el Partido Popular; y otros a la izquierda, siempre el PSOE, sea el de González, el de Zapatero o el de Sánchez.
Socialistas y populares, que nunca antes tuvieron menos votos y menos escaños para gobernar, necesitan crecer y, por encima de todo, que desaparezcan las alternativas que tienen en sus respectivas fronteras ideológicas. Desde 2015 lo tienen más complicado, y con la aparición de Podemos y de Vox necesitan, más que nunca, despejar los escenarios electorales.
Inés Arrimadas consiguió en las elecciones catalanas de diciembre de 2017 derrotar en las urnas al independentismo. Allí apareció en todo su fulgor pero de forma inmediata cometió una cobardía y una traición. Ambas significaron el comienzo del fin de Ciudadanos pese a que no fueron, ni ella, ni Rivera, conscientes de ello. No se atrevió a presentarse a un debate de investidura en el Parlament como candidata ganadora, y se trasladó a Madrid para sentarse como número dos del partido junto al que era el presidente de la formación.
Pensó que en Cataluña no iba a conseguir la victoria definitiva y que en la capital del Reino podía aspirar a sentarse en un Consejo de Ministros. Se equivocó dos veces. Y ahora, tras el fulgor y las traiciones - la última la de Lorena Roldán - se tiene que enfrentar a una muerte tan anunciada que va a ser muy difícil que no le alcance.
Las elecciones del 14 de febrero en Cataluña, con la absoluta imposibilidad de repetir los 36 escaños conseguidos, Arrimadas y su núcleo más fiel podrán comprobar hasta dónde llegan sus problemas, qué es lo que están dispuestos a hacer sus adversarios, y cuáles son las posibilidades de mantener en pie la estructura de Ciudadanos. Van a ser como unas primarias para las futuras citas con las urnas a nivel nacional.
En medio de la pandemia, la crisis sanitaria y la crisis económica, que van para largo, la líder de Ciudadanos se tiene que enfrentar a las mismas preguntas que su antecesor al frente del partido. Sus pactos de gobierno con el PP les van a matar poco a poco; y si los traiciona y los cambia por otros con el PSOE puede que desaparezca de la misma manera. O que se salve.
Si pueden y les deja el pequeño Alex, Inés y Xavier Cima, su marido, pueden alquilar una de las grandes comedias del cine dirigida por Mel Brooks, que consiguió el aplaudo de la taquilla y de los críticos en 1974: “Sillas de montar calientes”. Ella no es Madelaine Kahn pero su silla política está más caliente que las que salen en la película.