El acuerdo de doce de los principales clubs europeos para formar una SuperLiga de Fútbol se ha volatilizado nada más anunciar su propósito. Solo el nuevo presidente blaugrana, Joan Laporta, se mantiene, por ahora, al lado de Florentino Pérez. Y es que el fútbol como la política hace extraños compañeros de cama.
Los primeros en bajarse del barco fueron los clubs ingleses que tuvieron que aguantar las manifestaciones y hasta los insultos de sus hinchas que salieron a la calle nada más conocer el proyecto liderado en su país por los dueños del Manchester United, los norteamericanos Avram y Joel Grazel. Al unísono Arsenal FC, Chelsea, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Tottenham Hotspur se han largado con viento fresco.
A continuación fueron los clubs italianos los que decidieron desistir de su idea visto lo ocurrido en Inglaterra: Inter, Milan y Juventus de Andrea Agnelli, otro de los promotores del plan, sze marchaban por la puerta de vatrás sin decir siquiera adiós al presidente del Real Madrid que en un intento de pararav la oposición a la SuperLiga saltó a los medios y hasta concedió entrevistas, cosa muy inusual en él que prefiere los despachos cerrados que salir a la palestra pública.
Poco después llegaba la decisión de la familia Gil y de Enrique Cerezo de abandonar la SuperLiga, a la que se habían apuntado seguramente para no quedarse atrás frente al Barça y Real Madrid.
Florentino Pérez ha explicado, por actiuva y npor pasiva, que los grandes clubs están arruinados debido a la crisis de la pandemia y a que no pueden soportar los enormes sueldos que tienen que pagar a sus estrellas y llevaba tiempo buscando algunaa solución.
La SuperLiga europea es una idea que viene rondando a los grandes clubs desde hace muchos años frente a unas Ligas locales donde los vencedores siempre son los mismos, los más ricos, y en donde la mayor parte de los partidos no tienen ni siquiera interés para las televisiones que son las grandes pagadoras delk fútbol actual, máxime cuando se produce una pandemia que impide que los forofos acudan en masa a los estadios.
La Champions o las otras copas internacionales han ido quitando protagonismo a las competiciones locales y eso hace incluso mella en los jugadores. El propio Gerard Piqué lo reconocía tras la ganar la Copa del Rey asegurando que estaba contento de haberla conseguido "a pesar de que se trata de untítulo menor".
Aunque Florentino Pérez haya perdido la primera batalla la lógica empresarial y capitalista acabará imponiéndose y al final se irán, poco a poco -no tan rápido como quiere el presidente del Real Madrid- aumentando los partidos internacionales para pasar del formato Copa al de Liga. Al tiempo.
Por lo pronto, los grandes clubs ya no podrán contar este en sus cuentas a futuro con los 3.500 millones que cada uno esperaba recaudar con la SuperLiga y que hubiera permitido sanear sus deudas a cuenta de esos ingresos futuros, lo que en el caso, por ejemplo, del Barça va a constituir un grave problema.