La derecha griega se queda con el bonus

martes 21 de octubre de 2014, 21:41h

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Nada ha cambiado en Grecia tras las nuevas elecciones legislativas: la derecha de Samaras apenas aventaja a la izquierda de Tsipras en ocho escaños, con los socialistas de Venizelos convertidos en la llave de un futuro gobierno, al que la Alemania de Merkel tendrá que hacer nuevos favores si no quiere que el euro desaparezca de Atenas.
En el sistema electoral griego el partido que gana en las urnas , aunque sea por la mínima, obtiene un regalo, un bonus de parlamentarios, concebido para favorecer que haya mayorías absolutas. La Nueva Democracia, del conservador Andonis Samaras, ha ganado esa posición y a los La derecha griega se queda con el bonus
Raúl Heras
Nada ha cambiado en Grecia tras las nuevas elecciones legislativas: la derecha de Samaras apenas aventaja a la izquierda de Tsipras en ocho escaños, con los socialistas de Venizelos convertidos en la llave de un futuro gobierno, al que la Alemania de Merkel tendrá que hacer nuevos favores si no quiere que el euro desaparezca de Atenas.

En el sistema electoral griego el partido que gana en las urnas , aunque sea por la mínima, obtiene un regalo, un bonus de parlamentarios, concebido para favorecer que haya mayorías absolutas. La Nueva Democracia, del conservador Andonis Samaras, ha ganado esa posición y a los 79 escaños conseguidos de forma directa podrá sumar otros cincuenta de regalo. Ni así llega a la mayoría absoluta que buscaba el resto de Europa para sentirse tranquila en cuanto a la posición de los políticos griegos con el rescate al que están sometidos. Necesita los 33 parlamentarios de los socialistas del PASOK para llegar a los 162 con los que dominará el Parlamento. Un acuerdo de "unidad nacional" al que Evanguelos Venizelos no está dispuesto salvo que entren todos los demás, salvo los neo nazis de Amanecer Dorado. Estamos como el seis de mayo pasado, pero mes y medio más tarde.

Si sumamos los escaños obtenidos en las urnas y dejamos a un lado los 50 del bonus que recibe el primero, y agrupamos a la derecha por un lado y a la izquierda por otro, los números cambian bastante y dejan al descubierto las dificultades que va a tener Samaras para formar un gobierno que le guste tanto a Berlín como a Bruselas y Washington. Del centro hacia la izquierda, el número de diputados es de 133, mientras que si sumamos del centro a la derecha, la cifra se queda en 117. ¿Qué va a pensar el ciudadano griego ante este hecho?, pues lo que pensaríamos en España ante algo semejante: que le están estafando con un sistema electoral en el que la voluntad popular se adultera desde el poder, desde el viejo poder que estableció las normas para perpetuarse en el poder, y que no comprende que el cambio debe ir mucho más allá que el límite que marcan los mil recortes y esfuerzos que les exigen para que lleguen los miles de millones que necesita su economía.

Todas las frases y titulares de los medios de comunicación europeos, alabando el triunfo de los conservadores, y dando por hecho que los socialistas apoyarán ese gobierno de salvación nacional que ya está pidiendo Samaras, se van a estrellar contra la realidad: si Venizelos apoya a Nueva Democracia, la catástrofe para el PASOK será completa. El lo sabe y por eso insiste en que entren en ese Gabinete el resto de las formaciones, con la Syriza en primer lugar. Lo que ocurre es que Alexis Tsipras no está por la labor, al igual que no lo estuvo en el mes de mayo.

La situación es muy similar a la que obligó a repetir las elecciones ante la imposibilidad de formar un gobierno. Es seguro que Europa va a presionar de la única forma que sabe: por un lado el palo del miedo a no recibir ni un sólo euro más de ayudas; y por otro la zanahoria de nuevas revisiones de las condiciones del rescate, suavizando los plazos, ya que los intereses están en los mínimos y las quitas han llegado al setenta por ciento. Angela Merkel tendrá que apearse del caballo teutón en el que está montada; y la figura emergente de Francois Hollande, reforzada por la mayoría absoluta que ha conseguido el socialismo francés en sus propias elecciones legislativas, tendrá que convencer a la izquierda griega de que su camino está dentro de la UE, y que fuera de la Unión el desastre sería aún mayor del que ya están viviendo. Su petición de 120.000 millones para reavivar la economía puede ser el único señuelo creíble.

La otra alternativa es aceptar la salida de Grecia de la zona euro, pero permaneciendo dentro de la UE, y ver cómo se las arreglan los bancos alemanes y franceses para evitar que su situación de insolvencia por las pérdidas en Grecia les eviten tener que pedir, también ellos, su propio rescate bancario. Así son las cosas: el agujero en las cuentas de los dos grandes países europeos sería tremendo, por más que los griegos pasaran a ser los parias de Europa. Y esta vieja señora que es el Continente pionero en derechos humanos y sociedad del bienestar tendría serías dificultades para sobrevivir a la enfermedad global que se produciría. El egoísmo y el miedo, junto, pueden ser un poderoso antídoto contra los dogmatismos, ya sean de un carácter u otro.

La Europa asustada, que ya es toda, pide que se forme un gobierno en Atenas de forma inmediata, olvidando casi las endebles formas democráticas en las que nos estamos metiendo. Va a ser muy difícil que lo consiga, salvo que apelen a la fórmula italiana de llevar de nuevo a un tecnócrata no implicado de forma directa en la política a la jefatura e intentar que los ciudadanos acepten ese envite, dando por hecho que lo aceptarían los políticos.79 escaños conseguidos de forma directa podrá sumar otros cincuenta de regalo. Ni así llega a la mayoría absoluta que buscaba el resto de Europa para sentirse tranquila en cuanto a la posición de los políticos griegos con el rescate al que están sometidos. Necesita los 33 parlamentarios de los socialistas del PASOK para llegar a los 162 con los que dominará el Parlamento. Un acuerdo de "unidad nacional" al que Evanguelos Venizelos no está dispuesto salvo que entren todos los demás, salvo los neo nazis de Amanecer Dorado. Estamos como el seis de mayo pasado, pero mes y medio más tarde.

Si sumamos los escaños obtenidos en las urnas y dejamos a un lado los 50 del bonus que recibe el primero, y agrupamos a la derecha por un lado y a la izquierda por otro, los números cambian bastante y dejan al descubierto las dificultades que va a tener Samaras para formar un gobierno que le guste tanto a Berlín como a Bruselas y Washington. Del centro hacia la izquierda, el número de diputados es de 133, mientras que si sumamos del centro a la derecha, la cifra se queda en 117. ¿Qué va a pensar el ciudadano griego ante este hecho?, pues lo que pensaríamos en España ante algo semejante: que le están estafando con un sistema electoral en el que la voluntad popular se adultera desde el poder, desde el viejo poder que estableció las normas para perpetuarse en el poder, y que no comprende que el cambio debe ir mucho más allá que el límite que marcan los mil recortes y esfuerzos que les exigen para que lleguen los miles de millones que necesita su economía.

Todas las frases y titulares de los medios de comunicación europeos, alabando el triunfo de los conservadores, y dando por hecho que los socialistas apoyarán ese gobierno de salvación nacional que ya está pidiendo Samaras, se van a estrellar contra la realidad: si Venizelos apoya a Nueva Democracia, la catástrofe para el PASOK será completa. El lo sabe y por eso insiste en que entren en ese Gabinete el resto de las formaciones, con la Syriza en primer lugar. Lo que ocurre es que Alexis Tsipras no está por la labor, al igual que no lo estuvo en el mes de mayo.

La situación es muy similar a la que obligó a repetir las elecciones ante la imposibilidad de formar un gobierno. Es seguro que Europa va a presionar de la única forma que sabe: por un lado el palo del miedo a no recibir ni un sólo euro más de ayudas; y por otro la zanahoria de nuevas revisiones de las condiciones del rescate, suavizando los plazos, ya que los intereses están en los mínimos y las quitas han llegado al setenta por ciento. Angela Merkel tendrá que apearse del caballo teutón en el que está montada; y la figura emergente de Francois Hollande, reforzada por la mayoría absoluta que ha conseguido el socialismo francés en sus propias elecciones legislativas, tendrá que convencer a la izquierda griega de que su camino está dentro de la UE, y que fuera de la Unión el desastre sería aún mayor del que ya están viviendo. Su petición de 120.000 millones para reavivar la economía puede ser el único señuelo creíble.

La otra alternativa es aceptar la salida de Grecia de la zona euro, pero permaneciendo dentro de la UE, y ver cómo se las arreglan los bancos alemanes y franceses para evitar que su situación de insolvencia por las pérdidas en Grecia les eviten tener que pedir, también ellos, su propio rescate bancario. Así son las cosas: el agujero en las cuentas de los dos grandes países europeos sería tremendo, por más que los griegos pasaran a ser los parias de Europa. Y esta vieja señora que es el Continente pionero en derechos humanos y sociedad del bienestar tendría serías dificultades para sobrevivir a la enfermedad global que se produciría. El egoísmo y el miedo, junto, pueden ser un poderoso antídoto contra los dogmatismos, ya sean de un carácter u otro.

La Europa asustada, que ya es toda, pide que se forme un gobierno en Atenas de forma inmediata, olvidando casi las endebles formas democráticas en las que nos estamos metiendo. Va a ser muy difícil que lo consiga, salvo que apelen a la fórmula italiana de llevar de nuevo a un tecnócrata no implicado de forma directa en la política a la jefatura e intentar que los ciudadanos acepten ese envite, dando por hecho que lo aceptarían los políticos.
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