Es de suponer que si dejas el puesto de economista jefe de un banco central, y particularmente de uno tan importante como el Banco de Inglaterra, no desees complicarle la vida al que se quede, pero si tienes 53 años y en lugar de irte a una entidad financiera te vas a dirigir la Royal Society of Arts, puedes permitirte ser más claro y hasta leer la cartilla a los que se quedan: “la inflación siempre comienza localizada y aparente temporal, pero eso es a menudo el cono extremo de una gruesa cuña”.
Como ocurre con otros economistas de renombre, y entroncando con la dicotomía a la que se enfrentan los bancos centrales, que no es otra que el de bascular entre los riesgos de inflación y su necesidad, el recién salido deja claro que prefiere evitar lo primero a pesar de lo segundo.
La última votación del Comité al que reportaba fue 9-0 a favor de mantener los tipos, pero igual que ocurre con otros bancos centrales, queda claro que en el inglés también está abierto el debate.
Por algo la libra se resiste a abandonar la zona de 0,85 contra el euro a la espera de comprobar si, al modo de la Reserva Federal, son capaces, y con la misma sutileza, de ir anunciando la cercanía del punto de inflexión.
Dos subidas antes de acabar 2023
Las encuestas entre economistas sobre su confianza en el control de los precios ganarán en influencia. Subrayan el desafío al que se enfrentan los bancos centrales, ya no solo en lo que hacer, sino en como anunciarlo para causar el menor revuelo posible, y considerarán hasta qué grado se van abriendo paso las diferencias dentro de los bancos centrales entre quienes optan por mantener las cosas como están y aquellos que creen que la inflación, para atajarla, precisa de un tratamiento temprano en lugar de una respuesta posterior.
En este debate, y la forma en cómo se transita, radica mucho de lo que pueden dar de sí los mercados en esta segunda parte del año, para la que se aventura un reposicionamiento que ha de ser cada vez más nítido entre “halcones” y “palomas”.
Los que han ocupado altas responsabilidades monetarias en el pasado están sobre todo entre los halcones, y los economistas consideran mayoritariamente (cerca de un 75%) que es muy improbable o bastante improbable que la FED sea capaz de mantener el control de los precios, es decir, que temporal o no, los precios van a superar el 2% a finales de año y los tipos de interés habrán subido en EE.UU. en al menos dos ocasiones antes de finales de 2023.
improbable deterioro del dólar
Con todo, el debate se construye en EE.UU. sobre una base ya conocida, que es la nueva estrategia de política monetaria que se hizo pública el pasado agosto. La actual estrategia del BCE data de 2003 y aunque lleva muchos meses revisándose, no hay conclusión a la vista.
La presente se cimenta sobre el objetivo de una inflación cercana, pero por debajo del 2%. Con el horizonte en marzo de 2022, final del programa de compras actual, no se espera que sea antes de este otoño cuando se concluya su redefinición.
De la nueva estrategia dependerá que se prolongue o no el programa de compras y solo entonces será posible empezar a construir expectativas relativas a cuándo y cuanto subirán los tipos de interés en la eurozona.
La indefinición actual deja lugar a mensajes contradictorios según las distintas visiones, de modo que la presidenta es muy probable que en su discurso enfatice las ventajas y la necesidad de mantener una política monetaria muy laxa. De ahí que sea todavía muy improbable que, durante unos cuantos meses más, el euro pueda arrancar muchas figuras al dólar.