Más allá del covid y de la caída de la bolsa de Nueva York por las malas noticias de la grave incidencia de la variante delta, aparte de la fuerte inflación y el calor bochornoso del verano, los norteamericanos están alucinando con la batalla por la conquista del espacio que libran dos multimillonarios, Jeff Bezos y Richard Branson.
La carrera la lidera, por ahora, el fundador y dueño del grupo Virgin, que comenzó vendiendo discos y que ahora ocupa casi todos los segmentos empresariales, desde bancos hasta ferrocarriles.
Cuando Branson escuchó que Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, anunció que volaría en su nave espacial New Shepard de Blue Origin el 20 de julio – el aniversario de cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaron la luna por primera vez en 1969- , ni corto ni perezoso se montó en su avión espacial Virgin Galactic VSS Unity y se dio una vuelta por el espacio nueve días antes.
Y por si faltara poco, otro multimillonario, el sudafricano Elon Muskm fundador de SpaceX, una compañía dedicada a los vuelos espaciales, acaba de anunciar que ha comprado un billete para ir en el avión de Branson, algo nada barato, ya que cuesta no menos de 250.000 dólares y ya hay cola de 600 millonarios para darse una vuelta por el espacio.
El turismo espacial parece ya imparable, a pesar de críticas muy duras como la del senador y aspirante a la candidatura presidencial demócrata en 2020 Bernie Sanders que tuiteó: “Aquí en la Tierra, en el país más rico del planeta, la mitad de nuestra gente vive de cheque en cheque, la gente está luchando por alimentarse, luchando por ver un médico, pero bueno, ¡los tipos más ricos del mundo se han ido al espacio exterior! Si. Es hora de cobrar impuestos a los multimillonarios ".
Bezos solo pagó alrededor del 1 por ciento en impuestos de 2014 a 2018, y Musk pagó poco más del 3 por ciento.
Las motivaciones de los tres multimillonarios son diferentes, mientras para Branson se trata de una manera más de divertirse, de hacer turismo, de explorar una nueva manera de distracción, para Bezos parece primar su amor por el espacio.
Bezos –según cuenta Brad Stone, autor de "Amazon Unbound: Jeff Bezos y la invención de un imperio global"- “creció leyendo ciencia. ficción y viendo lanzamientos espaciales con su abuelo, que trabajaba en la Comisión de Energía Atómica. En su discurso de despedida de la escuela secundaria, el futuro multimillonario esbozó su visión: “Espacio: la última frontera. Encuéntrame ahí."
La motivación de Musk tiene más que ver con su fascinación por la inteligencia artificial, por un mundo futuro lleno nuevos inventos y por su creencia de que tarde o temprano la raza humana habrá de dejar la tierra para asentarse en Marte o en otros lugares.
La empresa de Musk, SpaceX, que comenzó en 2002, ha participado en más de 100 lanzamientos de cohetes y astronautas enviados a la Estación Espacial Internacional, además de otros contratos militares y de la NASA. Su ambición es instalarse en Marte en 2050, donde le gustaría morir, “pero no en el impacto", aclaró.
Los tres millonarios viven ajenos a las críticas de los que afirman, por un lado, que el dinero gastado en el espacio estaría mejor si se dedicase a eliminar el hambre en el mundo, o por otro, los que creen que cualquier aventura espacial debería ser una cuestión pública de los estados y los gobiernos respectivos, como se hacía hasta ahora.
Con todo, Branson y Bezos no son los únicos que sueñan con conquistar marte o la luna, sino que el 15 de mayo la sonda china Tianwen-1, con el primer robot marciano chino, Zhurong, aterrizó con éxito en el planeta rojo. Y hasta los Emiratos Árabes lanzaron desde Japón en julio del año pasado una sondaque entró en la órbita de Marte en febrero, aunque sin posarse.
El Perseverance de la NASA consiguió amartizar el 18 de febrero en el cráter Jezero, un antiguo lago,
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