Tropas españolas han permanecido 19 años en ese avispero asiático con 102 víctimas. 62 en el accidente del Yak-42 en Turquía, 17 en un accidente de helicóptero y el resto en combate o por ataques y atentados insurgentes.
Por primera vez, un Gobierno español habló claro sobre la misión de las tropas españolas: se pasó de la absurda cantinela de la ayuda humanitaria a todo tipo de acciones para cumplir la misión, y eso incluía combatir.
En misiones internacionales, las tropas españolas han sido capaces de adaptarse a todo tipo de misión: desde la ayuda humanitaria a la formación del Ejército local, como el afgano, a la desactivación de minas y explosivos, a la cooperación social con la población civil y, también, aunque sea tabú para algunos, a combatir que es para lo que se entrenan todos los militares.
En mayo se retiraron los últimos 24 soldados españoles y el 31 de agosto está previsto que lo hagan los norteamericanos.
Atrás ha quedado una intervención militar occidental provocada por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos que tenía como justificación banal del presidente Bush la de implantar la democracia en Afganistán y que perseguía desmantelar las redes de los terroristas de Al-Qaeda y algo más que tuvo triste y costosa continuación en Irak.
Hoy en día, el presidente Biden le ha puesto el cascabel al gato y ha puesto fin a la presencia militar en un país enrevesado donde fracasaron antes los británicos y los soviéticos.
Las negociaciones que se han desarrollado en la capital qatarí, Doha, entre los talibanes y los norteamericanos, y ahora entre los talibanes y el Gobierno afgano han servido como falsa coartada para todos, pero son los ciudadanos afganos los que salen perdiendo, sobre todo las mujeres que ven amenazada la recuperación de derechos esenciales como la educación.
Los talibanes siguen con sus buenas palabras en Doha mientras mantienen su avance violento en muchas regiones del país donde se han hecho con el control de puntos clave. Los occidentales salvan los pocos muebles que les quedaban y el futuro de este país puede derivar en una nueva guerra civil entre las diferentes tribus y las milicias correspondientes, donde los talibanes parece que tienen las de ganar, aunque los terroristas del Daesh y de Al-Qaeda van a intentar hacerse con el control de las zonas que les interesa.
De momento, los talibanes reciben el reconocimiento cínico de gobiernos como el británico, o el ruso, o el chino o el de la India. Nadie asume la responsabilidad con Afganistán, con su pueblo que se queda otra vez desvalido