Ya pasa en Unidas Podemos lo mismo que pasó en el Partido Popular. La amenaza de Yolanda Díaz de retirar su futura candidatura electoral por estar “ rodeada de egos “ suena más a deseos monopolísticos del mando que a la democracia interna que predican desde la coalición. Si Pedro
Sánchez habló de sus pesadillas con Pablo Iglesias, su vicepresidenta segunda lo hace del poder interno de su formación, que la rodea y que tiene nombres de mujeres.
El ego en política es una obligación lo mismo que lo es en el periodismo, para que nadie piense que tiro la piedra y escondo la mano. Yolanda ha cambiado en apenas dos años más que en el resto de su vida. Basta con comparar fotos de hace un lustro para comprobarlo. Los que van de Galicia a Madrid.
Los protagonistas de la estrategia original y de la copia son las que sufrieron y sufren las herencias malditas que dejaron Mariano Rajoy y Pablo Iglesias con sus decisiones sobre los aparatos de poder político que manejaban. Condenaron a seis mujeres, dos el primero, cuatro el segundo a una lucha sin diferencias ideológicas entre ellas y sí con el gran sillón de mando como objetivo.
Lo que está pasando en Unidas Podemos con Yolanda Díaz, Ione Belarra e Irene Montero es lo mismo que pasó con Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.
Durante años el presidente del Gobierno y del PP utilizó el enfrentamiento entre la vicepresidenta y la secretaria general y ministra para mantener los equilibrios tanto en el Ejecutivo como en el partido. Las dos se convirtieron en referencia de las corrientes e intereses de ministros y dirigentes que se “amparaban” bajo sus nombres. Estaban condenadas a enfrentarse por la sucesión del político gallego y así pasó. Con lo que no contaban es que tras el adiós en la moción de censura y las elecciones internas del PP el ganador sería Pablo Casado. Las maldad es del creador se estrellaron contra la realidad.
Mientras termina de estructurar su futuro profesional Pablo Iglesias ya ha hecho lo mismo. Su imitación de Rajoy es más elaborada, más retorcida, más amplia pero con muchas posibilidades de que termine de la misma forma
El ex dirigente de Unidas Podemos y ex vicepresidente del Gobierno, tras sus malos resultados en Madrid, dejó el liderazgo de la coalición en manos de tres - tal vez cuatro - mujeres. Por un lado designó futura candidata electoral a Yolanda Díaz, hoy vicepresidenta segunda del Ejecutivo de Pedro Sánchez y sin poder interno en la organización. En la Secretaría General se ha asentado Ione Belarra, también ministra como Irene Montero, a la que ha elegido como número dos de Podemos. Para enredar más la madeja entre una y otra y otra se ha colocado a Lilith Verstrynge como Secretaria de Organización.
Las cuatro mujeres - al igual que pasaba con los triunviratos romanos y los binomios de Rajoy - están llamadas al enfrentamiento final. Tal vez con pasos previos de choques entre ellas, pero como en la serie de “Los Inmortales” al final sólo puede quedar una.
Los liderazgos compartidos existen en el PNV de forma excepcional. En todo el resto del territorio político hispano, la dirección no se comparte. Se admiten ayudas, sugerencias, ideas pero no mando.
Al igual que ocurría con Rajoy y con su partido, también en el territorio de la izquierda española que representa o representaba Podemos existen voces alternativas femeninas que no hacen más que completar la copia que ha hecho Iglesias del que fuera su competidor político. Y que si miramos la historia del marxismo es una constante desde hace cien años.
En los tiempos del PP en La Moncloa, a la dirección nacional y al propio gobierno le salían contestaciones internas, ya fueran la de Esperanza Aguirre o la de Cristina Cifuentes, hasta llegar a Díaz Ayuso. En los tiempos de hoy, a las esperanzas de futuro de las cuatro dirigentes que están en Unidas Podemos les han salido las oposiciones de Teresa Rodríguez y de Mónica García, quienes por su cuenta y riesgo ya están intentando acabar con sus competidoras incluso antes de que haya que acudir a las urnas.
De todo ello se ha dado cuenta Pedro Sánchez que ha aprovechado la crisis de Gobierno para rodearse de más de mujeres en su entorno.Sesenta por ciento femenino en el Consejo de Ministros, tres vicepresidentas. Y unos cambios en el partido que irán en el mismo sentido de la mano de Adriana Lastra.
Si antes de que termine esta década la próxima presidenta del Gobierno español no es una mujer le faltará muy poco. El futuro ya está escrito y puede que España tome el relevo de Alemania para acabar con el “ patriarcado del poder”.