Es muy grave la crisis que se ha creado entre dos países como Francia y el Reino Unido por las maneras frívolas que utiliza el primer ministro británico, Boris Johnson. Estamos hablando de la vida de seres humanos que luchan por alcanzar una vida digna en aquellos países más desarrollados que necesitan mano de obra y ofrecen oportunidades de trabajo, pero se enfrentan al riesgo de una inmigración irregular y desordenada que crea problemas de xenofobia y racismo, además del hueco que utilizan a menudo los grupos terroristas.
Es una cruel realidad que no significa que la inmigración tenga relación directa con el terrorismo, en absoluto. Hay millones de inmigrantes en el mundo y solo unos pocos, ya sé que demasiados para lo que debería ser, pero activos y despiadados terroristas que golpean donde y cuando tienen ocasión. La crisis creada entre París y Londres trata sobre la publicación en redes sociales de un tuit de Boris Johnson sobre la crisis de los inmigrantes que tratan de llegar al Reino Unido desde la localidad francesa de Calais, a través del Canal de la Mancha.
Las acusaciones del premier a la Policía francesa de no hacer todo lo que puede para controlar la situación han creado un enorme malestar, pero lo que más ha molestado al presidente de Francia, Emmanuel Macron, es la falta de respeto porque ha dicho textualmente: “La comunicación entre gobiernos no se hace con un tuit”.
El problema en sí es muy grave y pone encima de la mesa la necesidad imperiosa de una política clara y solvente de la UE sobre inmigración que aborde todas las posibilidades y circunstancias y ataje de raíz la acción de las mafias que trafican con seres humanos sea desde Londres con los que se concentran en Calais, sea en la frontera de Polonia con Bielorrusia o sea los que llegan a España e Italia en embarcaciones cochambrosas desde el norte de África. Pero además se enmarca en el uso y abuso de unas formas absolutamente inaceptables.
El populismo cree que todo vale, que puede prometer lo que la gente necesita, aunque sabe que es imposible de cumplir para alcanzar el poder, que cualquier ocurrencia supuestamente moderna tiene su gracia, aunque signifique un desprecio y una falta de respeto y que lo único que cuenta es tener la tendencia en sentido favorable, aunque las decisiones sean negativas y contraproducentes para los intereses de los ciudadanos.
Los británicos están sufriendo las consecuencias de un Brexit fruto de campañas de noticias falsas y desinformación con Boris Johnson aprovechándose de la situación para llegar a primer ministro. Los ciudadanos lo están pagando y él busca un enemigo exterior como hacen algunos dirigentes nada recomendables.