Trump ha conseguido además, lo que parecía imposible: que dos de los políticos norteamericanos que más se odiaban se hayan reconciliado se hayan unido con un único objetivo: acabar con el ex presidente republicano. Los mayores medios de comunicación de Estados Unidos han visto maravillados el “abrazo” entre Richard Cheney y la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi.
Si ha habido algún dirigente republicano más odiado por los demócratas que el propio Donald Trump fue el vicepresidente Cheney, el hombre que no solo desató las guerras de Afganistán y de Iraq, sino que organizó todo un conglomerado de guerras sucias que fueron desde el invento de las armas de destrucción masiva de Sadan Hussein, hasta las torturas a los prisioneros afganos e iraquíes, así como la cárcel de Guantánamo y otros muchas prisiones clandestinas en decenas de países.
La propia Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes le acusó en 2014 de haber sido el responsable del uso de la tortura durante la Guerra contra el Terrorismo de la administración Bush.
Encantado por verle aparecer en el Capitolio, la propia Pelosi acudió a recibirle e incuso proponerle que hablara como ex miembro de la cámara, diciéndole: “Nos sentimos muy honrados por su presencia y me alegró darle la bienvenida y felicitarlo por la valentía de su hija”.
En 2004, los demócratas acusaron a la antigua empresa de Cheney, Halliburton, de beneficiarse de la guerra de Irak y, en general, se le consideraba un conseguidor que ayudaba a enriquecerse a las grandes empresas norteamericanas con contratos millonarios privados tanto en Afganistan como en Iraq.
“El hombre que alguna vez fue retratado por el Partido Demócrata como el villano oscuro de la administración Bush, responsable de guerras fallidas, políticas energéticas ruinosas y de torturar a los enemigos de Estados Unidos en una traición a los valores de la nación, ha encontrado puntos en común con sus antiguos enemigos durante el 6 de enero.”, comenta un artículo del Washington Post.
Y es que su hija Luz Cheney, representante por Wyoming, que estaba en el capitolio cuando una muchedumbre lo invadió el 6 de enero de 2020, ha sido la única republicana que se ha unido a los demócratas para condenar el ataque y culpar al ex presidente Trump de haberlo permitido.
El insólito idilio entre Nancy Pelosi y los diputados demócratas con los Cheney se teatralizó el pasado 6 de enero, cuando padre e hija acudieron al Capitolio para condenar el asalto en un acto al que solo acudieron los miembros del Partido demócrata y fue boicoteado por los republicanos.
Una vez guardado el minuto de silencio en recuerdo ataque al Capitolio muchos congresistas demócratas abrazaron a Liz Cheney y felicitar a su padre por su postura anti Trump, algo que enorgulleció a su padre.
Liz Cheney, de 55 años, se ha mantenido firme en su rechazo de Trump lo que le ha llevado a que el partido republicano la haya arrinconado e incluso no la permitieron presidir la conferencia del partido en mayo pasado.