La gira de Staffan de Mistura, enviado especial de la ONU para el Sáhara, es un buen síntoma de que la organización internacional pretende mover los hilos necesarios para afrontar la negociación necesaria entre las partes y lograr una solución a un conflicto que dura ya más de 40 años.
Al menos, desde la Secretaría General, su responsable, el portugués António Guterres, está dispuesto a sortear los múltiples obstáculos conocidos y por surgir para intentar avanzar y recuperar la mesa de negociación de Ginebra que ya celebró dos sesiones, antes de que Argelia anunciara en el mes de octubre que la abandonaba como posición previa de rechazo a la nueva resolución de la ONU que renovaba un año más el mandato de la MINURSO, la fuerza desplegada en el Sáhara, con un texto que aboga por las negociaciones entre las partes para alcanzar una solución política justa, duradera y aceptable para todas ellas que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el marco de disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas.
La designación, previa aceptación de las partes, del nuevo enviado personal del secretario general, y su gira por la región representa una voluntad decidida de relanzar unas negociaciones que deben celebrarse con nuevas circunstancias que influyen y condicionan muchos de los elementos claves del conflicto. La pandemia del coronavirus lleva dos años afectando duramente a los dos grandes países del Magreb enfrentados. La situación de los miles de saharauis que malviven en los campamentos de Tinduf es cada día más precaria. Los grupos terroristas que se mueven por el Sahel acechan los campamentos saharauis y captan jóvenes para sus filas.
La declaración de apoyo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no revocada por la nueva Administración de Joe Biden, a la propuesta marroquí de una amplia autonomía para el Sáhara bajo soberanía de Marruecos ha creado una dinámica de apoyo de países árabes y africanos que han abierto consulados en las capitales del Sáhara y de proyectos económicos y comerciales para el desarrollo de la región. En Europa, Alemania y Reino Unido han manifestado su respaldo a la propuesta marroquí, mientras que en Francia se miden los movimientos, pero la apertura de una sede del partido del presidente Macron en Dajla es un gesto claro.
Mientras, España se mantiene en la neutralidad habitual y con la referencia al marco de Naciones Unidas como el adecuado para lograr una solución al conflicto. La cuestión radica ahora en cambiar la posición beligerante del Gobierno de Argelia hacia Marruecos y la posición manifestada por el portavoz del Frente Polisario ante la llegada de De Mistura que recordaba el estado de guerra por su parte.