Zapatero venció sorprendentemente en las urnas a Mariano Rajoy en marzo de 2004 gracias a una mayoría de ciudadanos cansados de los excesos de Aznar y su decisión de unirse a George Bush para invadir Iraq.
Los jóvenes socialistas recibieron a ZP gritos de “no nos falles”, pero las mejoras sociales prometidas llegaron con cuenta gotas y el presidente socialista salvó la situación mejorando la ley del aborto y legalizando el matrimonio entre personas del mismo sexo. Fueron sus grandes éxitos de la legislatura, pero los los jóvenes no vieron ninguna mejora en su mala situación laboral y social.
Tras ganar de nuevo en 2008, todo siguió igual, mientas los jóvenes del “no nos falles” comenzaron a hacer sentadas, manifestaciones y protestas por un “trabajo” y “una vivienda digna”. El gobierno decía que eran la generación mejor preparada pero comenzaron a dejar sus estudios que no servían para nada para meterse en la construcción, en plena burbuja inmobiliaria, cuando los empresarios se robaban los trabajadores los unos a los otros..
Todo parecía ir sobre ruedas para Zapatero, mientras Rajoy sufría en la oposición sin ninguna posibilidad. El gobierno se dedicó a conseguir la desaparición de ETA, algo que en otras condiciones hubiera sido y fue un éxito absoluto, algo que nadie había conseguido en 40 años. Pero estalló la burbuja inmobiliaria y a los jóvenes surper preparados que seguían en paro se unieron los que habían buscado refugio en la construcción. Nació la generación “Nini”, ni estudia ni trabaja.
Surgió el 15 M contra la “casta política” y el castillo de naipes de ZP se vino abajo cuando el gobierno, con el apoyo del PP, aceptó el chantaje de los “hombres de negro” de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo, que le exigieron modificar la Constitución para impedir el déficit público, lo que llevó a cortar todo tipo de ayudas sociales.
Mariano Rajoy, por quien dos años antes no daba nadie ni un duro, arrasó en las elecciones de noviembre de 2011 y el PSOE se hundió como un azucarillo. Nació Podemos y estuvo a punto de acabar con los socialistas como había ocurrido en Grecia. Rajoy tampoco supo conducir la situación y en 2015 se rompería, por primera vez en la transición, el duopolio de los dos partidos.
Los intentos de Pedro Sánchez de gobernar en solitario fracasaron y tuvo que aliarse con Podemos. El objetivo era, como hizo ZP, mejorar la situación económica y social de los más desfavorecidos en un país donde existen entre ocho y diez millones de pobres según las organizaciones que se dedican a tratar este problema.
Dos años después, las mejoras se pueden contar con cuentagotas: aumento del salario mínimo, reformista laboral y un salario mínimo vital que solo ha llegado a menos de 350.000 personas, que en su mayor parte ya lo cobraban por parte de los gobiernos regionales. Un capitalismo en crisis no da para más “regalos”.
Podemos no ha tardado ni dos años en perder toda credibilidad y sus intentos de obligar al PSOE a inclinarse a la izquierda son cada vez más vanos y sus discursos cada vez más vacios de contenido. Llegaron para parar a la extrema derecha, pero Vox sube gracias a sus fracasos.
Las ministras, Irene Montero e Ione Belarra, se mantienen con la esperanza de que todo cambie, pero al final se quedan para formar parte de esa “casta política” que tanto denunciaron. Ni las subidas de la luz y de los carburantes les hizo dimitir, ni han podido hacer nada para evitar que Sánchez envíe armas a Ucrania o para que se alinee con el sátrapa marroquí contra los saharauíes. Al final el sistema les ha atrapado y hay que pagar los chalets que se han comprado.
Pedro Sánchez, como hizo Zapatero, ha buscado refugio en la Unión Europea y en una Casa Blanca que ningunea al presidente español lo mismo que hizo con ZP. Ahora solo le queda decidir cuando convoca las elecciones generales para dar paso a un Núñez Feijóo que lo tiene relativamente fácil.
Zapatero fue más listo y dejó el “marrón” a un Rubalcaba dispuesto siempre a sacrificarse. Así puede decir que nunca fue vencido en las urnas, pero conociendo a Sánchez lo más seguro es que sea él el vencido, entre otras cosas porque se ha cargado a todos sus posibles sucesores.