La historia del espionaje a la española es digna de “ Anacleto, agente secreto”. Los independentistas catalanes se quejaron y votaron en contra de la ley que quería aprobar el Gobierno al que habían dado su confianza. Como si de la Judith bíblica se tratara, el presidente Aragonés y su representante en la Corte madrileña, Rufián, quisieron cortar las dos cabezas que a su entender tenía el moderno general Holofernes, la de la ministra de Defensa, Margarita Robles y la de la directora del CNI, Paz Esteban. Las dos negaron la mayor entre el silencio del presidente Sánchez y los velados asentimientos del ministro Bolaños.
Apenas era el primer capituló del cómic. Quedaba por descubrirse lo mejor: Pegasus había espiado a la propia ministra e incluso al presidente. Más madera para que la hoguera de la Inquisición cobrara fuerza ya con la mitad de los ministros enfrentada a la otra mitad, y todos preguntando a su propia memoria por lo que podían haber dicho o escrito en los últimos 24 meses.
Si el caballo con alas había infectado el sistema de seguridad del propio Gobierno que lo había comprado , ¿ quién estaba seguro?. De los políticos a los financieros, de los ejecutivos de multinacionales a los periodistas. Todos los españoles hemos estado bajo vigilancia y sin control. ¿ Seguimos así o nos han liberado? ¿ quién tiene y puede utilizar nuestras vidas, nuestras opiniones ?.
Tiene que haber responsables y tienen que producirse dimisiones o ceses. Lo exige el mínimo nivel de nuestra Democracia. No se puede cerrar la enorme brecha abierta con una simple mano de pintura. El presidente Sánchez tendrá que elegir entre uno de sus favoritos como es Bolaños o una de sus puntales como es Robles. Se ha llegado a un punto en el que la credibilidad de España está más en la picota que nunca.
¿Puede nuestro país organizar una cumbre de la OTAN con un tema como el de la guerra de Ucrania con plenas garantías de que no se filtrarán las conversaciones, los acuerdos secretos, los planes de la Alianza cuando hasta hemos “ desmontado “ a Kaspersky por temor a que fuera otro caballo de Troya, éste al servicio de Vlademir Putin y el gobierno ruso?
Anacleto nos ha hecho reír a varias generaciones de españoles por sus disparatadas aventuras y sus métodos dignos de cualquier comedia de enredo. En ese terreno no estamos. El miedo es contagioso y paralizante. El último de los ensayos de control en ciber guerras realizado en Estonia nos ha dejado en el último lugar y eso que fuimos con “ todo”. Sesenta expertos de lo más granado de nuestros servicios de defensa en las redes. Lo ocurrido con Pegasus lo explica mejor que cualquier informe.
Tampoco nos sirve buscar culpables, ya estén en Rabat, Tel Aviv o Washington. Nunca lo sabremos. Las huellas habrán sido borradas con el mismo esmero y eficacia con el que se desplazaron los pies tecnológicos de los espías.