En suma, el escenario anterior a 2020. Más que probablemente habría suficiente capacidad de atender la demanda actual sin generar las tensiones en precios que padecemos, y en todo caso, sería perfectamente posible limitar el repunte de la inflación y reconducirla con celeridad al nivel objetivo. ¿Qué significa esto? Que, si queremos predecir la inflación y detrás todo lo demás, tenemos que formarnos una opinión sobre lo que ocurrirá con la oferta.
DOS VISIONES
Cabe tener una visión optimista, asumir que la guerra de Ucrania no se prolongará mucho más en el tiempo y que entonces Occidente relajará las sanciones. Cabe pensar que Irán y Venezuela volverán a poner petróleo en el mercado, que el impacto de la pandemia continuará desvaneciéndose en Occidente favoreciendo el retorno al mercado de trabajo, aliviando así la presión salarial, y que China levantará gradualmente las restricciones restableciéndose las cadenas de suministro.
Los mercados, que han sufrido un ajuste en solo seis meses como nunca en los últimos 50 años, recuperarían mucho del valor que han destruido en este tiempo, que solo en la renta variable norteamericana y tomando como referencia el índice S&P 1.500 para incorporar a las 500 más grandes empresas, las medianas y las pequeñas, se estima en 9 billones de dólares. Teniendo en cuenta que el PIB generado por EE.UU. en un año supera por poco los 18 billones, podemos hacernos una idea de hasta qué punto los mercados tienen ya incorporado lo que los consumidores empiezan a asumir, a golpe de subidas de precios y titulares, desde hace apenas unas pocas semanas.
Claro que puede dibujarse también un escenario alternativo, que niega lo anterior, con nuevas oleadas de pandemia en China, un largo conflicto de desgaste entre Rusia y Occidente que acabe por afectar también a China y nos acerque a aquellos tiempos más duros de la Guerra Fría de los años 80, donde se manejaba el concepto de destrucción mutua asegurada. Ahora a fuego lento, y a través de la economía.
EN EL PUNTO MEDIO
¿En qué punto quedarse? Señalar antes de responder, que involucrar a China, todavía la fábrica del mundo, sería un salto de enorme gravedad para las dos partes, con una inflación, entonces sí, ya absolutamente desatada y sin horizonte de salida a la vista. ¿Es posible? Depende de la confianza que tenga en el sentido común de los líderes, pero, aunque lo sea, ¿perdemos el tiempo en analizar unas consecuencias que se califican solas?
Quedémonos en el punto medio, sin llegar ni al pánico ni al wishful thinking. La política monetaria tiene que estar presente, pero no resolverá el problema. Irá siempre por detrás en los hechos por mucho que se eleve el tono de las palabras. Tendrá que aparecer en algún punto la realpolitik. La inflación persistirá porque la globalización está en retroceso y estamos ante cambios geopolíticos estructurales, pero tenemos que gestionar en este entorno y solo podemos hacerlo desde la asunción histórica de que solo cuando los mercados tienen incorporado lo peor, cambia el ciclo. Si ha de ser así, no debemos de estar demasiado lejos.