Rajoy: pantallazo de optimismo

martes 21 de octubre de 2014, 21:41h

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Hay una faceta de Mariano Rajoy que era desconocida y que condensa su forma de ver, entender y practicar la política. El presidente del Gobierno es un humorista con flema que hasta ahora se les atribuía a los británicos. Es también un innovador, un rupturista, un avanzado al tiempo que le ha tocado vivir. Estoy seguro que sus nuevas formas para afrontar la siempre difícil papeleta de los medios de comunicación en tiempos de crisis y convulsiones políticas, económicas y judiciales va a crear escuela, tanto dentro como fuera de España.

El líder del Partido Popular ha inventado el pantallazo político, que consiste en convocar a los periodistas a lo que antes se llamaba rueda de prensa, o lo que era lo mismo: que los chicos y chicas que enviaban los medios a preguntar y recoger respuestas, para que se sentarán ante una pantalla de televisión a escuchar su intervención ante lo más granado de los suyos. Ya hubo una primera vez y ya se sabe que si la primera funciona, para que cambiar. Si medios y periodistas aceptaron que no hubiera preguntas, y tras ese primer " cambio de tercio" en las no escritas pero mundiales reglas del juego, siguieron yendo a todas las convocatorias sin pestañear, el paso siguiente era la ausencia presencial que para eso estamos en la era digital y audiovisual.

Ante la Junta Directiva Nacional del PP se ha largado una ración de optimismo que buena falta hacia tras mes y medio de silencio. Optimismo para animar a dirigentes y militantes y hasta votantes de las siglas. Y optimismo para los españoles en general: en 2013 se acabarán las va as flacas y en 2014 comenzaremos a ver los famosos brotes verdes que ganas veces, tantos, nos han prometido. Es lo bueno que tienen las predicciones, que siempre terminan cumpliendose, más pronto o más tarde, eso si.

Rajoy deja los temas espinosos a sus "segundas" ya sean del gobierno, y aparece Soraya Sáenz de Santamaría, ya sean del partido y ahí está Dolores de Cospedal. El está para dar buenas noticias y esperanzas, y para lidiar en Europa con Angela Merkel, Mario Draghi y demás " morlacos" astifinos y mal encarados. En esta actitud no es ningún innovador, hace lo que ya han venido haciendo sus antecesores en Moncloa. Les aburre la cosa doméstica y disfrutan codeándose con sus pares en las principales capitales del mundo. Es de entender que los escraches tengan mucho menor glamour que las quitas financieras en Chipre o las amenazas nucleares de Corea del Norte. Entre mencionar a Ada Colau o a Anastasiadis no hay color.

Me parece bien y hasta muy bien que el presidente haga una defensa de España, de su futuro y de su clase política para intentar que dejemos de flagelarnos las espaldas un día si y el otro también. Me parece mal y muy mal que no se atreva a ha se lo mismo que ha hecho cara a cara con los medios de comunicación y sometiendo sus palabras a las preguntas tal vez irritantes pero necesarias de los periodistas. Tiene las tablas y la experiencia suficiente para poder salir airoso de casi cualquier situación por dura e incómoda que esta sea pero además, si cree de verdad en la democracia parlamentaria en la que nos movemos, está obligado a ello.

Si defiende la transparencia, lo mejor es predicar con el ejemplo, sin " esconderse" detrás de una pantalla de televisión, que se puede ver en cualquier lugar y en cualquier momento. Un sistema que podría llevar a María Rajoy a dirigirse a todos los españoles sin intermediarios y con la ventaja de poder Twitter con millones de personas bajo el control de su jefe de Gabinete, que en eso Jorge Moragas es un hacha. Una especie de democracia informativa cargada de acracia, para que las redes sociales terminen por imponer la dictadura del mensaje en píldoras.
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