Cuáles son las razones de este fenómeno? Según la doctora Antonia García Martín, de la SEEN, “la mayor parte de España está por encima del paralelo 35º norte, donde la posibilidad de sintetizar vitamina D es escasa en invierno y primavera. Pero también las altas temperaturas del verano en determinadas zonas de España propician la ausencia de exposición al sol en personas especialmente vulnerables, como los ancianos”. De acuerdo con la SEEN, los niños y los adultos necesitan una exposición mínima de piel descubierta (y sin protector solar) a la luz del sol, por lo que se recomienda, en invierno, exponer cara y brazos o brazos y piernas tres veces por semana durante veinte o treinta minutos.
Entre el 80 y el 90% de esta vitamina es generada por el propio cuerpo gracias a la exposición solar, y sólo el 10 o el 20% restante proviene de los alimentos ingeridos. El número de alimentos que contienen una cantidad importante de vitamina D es limitado, y las mejores fuentes para obtenerla son: yema de huevo, hongos portobello, salmón rosado, hígado de vaca, leche entera y yogur, entre otros. Es posible que, en caso de restricciones alimenticias o no tener la posibilidad de tomar sol, si el médico detecta alguna insuficiencia o deficiencia de esta vitamina, recete suplementos. Desde la SEEN se aconseja no ingerir suplementos por nuestra cuenta, ya que ingerir niveles muy altos de la "vitamina del sol" puede generar problemas de salud.
La vitamina D ayuda al cuerpo a absorber el calcio, uno de los principales componentes de los huesos. Además, juega un rol importante en el sistema nervioso, en la fertilidad y en el desarrollo muscular e inmunitario. Su falta puede provocar pérdida de densidad ósea, lo que puede derivar en osteoporosis. Por otra parte, se está investigando una posible relación entre la falta de esta vitamina y el aumento de las posibilidades de padecer hipertensión, diabetes, cáncer y enfermedades autoinmunes.