En quince días todos los madrileños sabremos si la izquierda rota de Más Madrid y Unidas Podemos encuentra un pegamento maravilloso y consigue unir sus pedazos en unas listas únicas a las elecciones autonómicas y municipales o si, por el contrario, los herederos múltiples del ya viejo 15-M han decidido luchar entre si hasta que las urnas decidan quién gana y quién pierde. Sabremos si Mónica Garcia y Rita Maestre, representantes de Yolanda Díaz en la batalla del 28 de mayo, ven en con comodidad a Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor, que tienen la obligación, al menos, de mantener los diez escaños en la Asamblea que consiguió Pablo Iglesias.
Esa misma izquierda dividida tiene otro objetivo: mantenerse por encima del PSOE de Juan Lobato y la ex-ministra Reyes Maroto, tanto en votos como en escaños. Todos juntos, socialistas, socialdemócratas y marxistas de diversa intensidad saben que la victoria del PP con Isabel Díaz Ayuso está asegurada. Hace dos años la actual presidenta les dobló en representación y va a estar a tan sólo dos escaños de la mayoría absoluta, si contamos con los 65 asientos de los que goza en estos momentos.
Descartada la victoria, salvo que desde el ateismo practicante de esa izquierda se crea en los milagros, todo el afán electoral se centrará en evitar esa mayoría absoluta de su gran enemiga para que tenga que recurrir a los representantes de Vox, con Rocio Monasterio y Javier Ortega Smith a la cabeza, para salir investida de nuevo como presidenta a finales del mes de julio, que es el plazo que contempla la convocatoria electoral y el Estatuto de Autonomía.
Si Díaz Ayuso cuenta con la ventaja que le dará, en términos de rentabilidad numérica de escaños la Ley D´Hont, la presencia de tres o cuatro candidaturas de izquierda, su auténtico tesoro electoral tiene una cifra dentro del cofre, los 130.000 votos que mantuvo Ciudadanos en junio de 2021 y que no le sirvieron a ese partido para conseguir escaños en la Asamblea. Con tan sólo 30.000 de esos votos, la actual presidenta del Gobierno autonómico tendrá su ansiada mayoría absoluta y podrá prescindir, si quiere, de los apoyos que sin duda le ofrecerá el partido de santiago Abascal.
Los números electorales son aplastantes a favor de Ayuso. Su partido en los comicios generales de noviembre de 2019 consiguió en la Comunidad de Madrid 879.667 votos con Pablo Casado de candidato; año y medio más tarde, en las elecciones autonómicas el PP obtuvo 1.631.608 papeletas a su favor. Cada escaño le habría costado unos 26.000 votos. Si una parte importante de aquellos 130.000 votos de los que fueron seguidores de Ciudadanos deciden “pasarse” al Partido Popular, la mayoría absoluta de Ayuso estará más que asegurada y representará su gran victoria personal, y tambien su tarjeta de presentación hacia el futuro de su partido, junto al presidente andaluz Moreno Bonilla, si Núñez Feijóo no consigue su propia victoria en las generales.
La otra derecha, la que representa Vox, tiene una única aspiración: que las urnas le hagan al partido el favor de ser necesario para gobernar. No sólo en Madrid, es verdad, pero será en este centro neurálgico que es la Región desde que se inició la actual Democracia donde se dictamine si la formación de Abascal es capaz de mantener su actual fuerza - como demostró en castilla y León, pero no en Andalucía, o está también en declive.