El regreso de las ideologías a una Europa que está cautiva de la guerra
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El regreso de las ideologías a una Europa que está cautiva de la guerra

viernes 07 de julio de 2023, 01:30h

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Es importante el resultado de las elecciones españolas del 23 de julio. A nivel nacional y por el reparto del poder dentro y fuera de los partidos y del propio sistema financiero y económico, pero nada más. El corsé que nos impuso la Comisión europea junto a los otros dos del BCE y del FMI no permiten grandes cambios. Gane quien gane y gobierne quien gobierne. Las visitas del presidente lituano. Gitanas Nauseda a Sánchez, de Stoltenberg a Macron y de Biden a Carlos III, puede que estén agitando las grandes campanas de una gran guerra desde el Báltico.
Más importante es todo lo que va a suceder a lo largo de 2024: elecciones en marzo en Rusia y Ucrania; elecciones en mayo de carácter europeo en los 27 países de la UE; elecciones presidenciales en USA en noviembre. Y algo mucho más cercano, inmediato, la cumbre de la OTAN el próximo día 12 en Lituania , con Alemania ya descontando más de 40.000 millones de euros de su Presupuesto para el año que viene, por boca de su canciller Scholz, y las nuevas amenazas de destrucción sobre la central nuclear de Zaporiya, cruzadas entre Putin y Zelensky. Todo parece igual desde hace año y medio pero la gravedad aumenta.

Se reactivan con fuerza los fantasmas de hace un siglo: comunismo, imperialismo, fascismo como si los dirigentes políticos no hubieran aprendido nada de la historia, tan cargada de dolor y muerte para millones de personas bajo la excusa de ideologías salvadoras.Convendría que lo hicieran para evitar más destrucción en la vieja Europa.

Cuando en febrero de 1848 Carlos Marx y Federico Engels consiguen publicar en Gran Bretaña y por primera vez "El Manifiesto Comunista" ni sus ojos, ni su capacidad de análisis, ni sus deseos acerca del papel de la clase obrera en su lucha contra el capitalismo explotador, miraban, veían o soñaban con Oriente. Se estrellaron sus profecías contra la Rusia que cambiaría Lenin y la China que transformaría Mao, que no eran precisamente dos naciones industrializadas, ni contaban con una clase media y unos obreros sedientos de protagonismo histórico.

Los proletarios dueños de sus destinos se convirtieron en mano de obra barata, y los dirigentes de los respectivos Partidos Comunistas se transformaron en los nuevos zares y emperadores de unos países condenados a admitir, cooperar, adaptarse y copiar del malvado capitalismo de Occidente. Aquel fantasma, llamado comunismo, que quería recorrer Europa quedó enterrado entre los cascotes y el cemento del muro de la vergüenza que dividió en dos a Alemania, la misma Alemania que en 1989 se puso a trabajar en su reconstrucción gracias al esfuerzo de sus ciudadanos, del dinero común de una Europa que ansiaba una política monetaria integradora, y de una apertura a nuevos mercados que llevaron entre otras cosas a una nueva guerra en los Balcanes que destrozó el precario equilibrio regional salido de la llamada II Guerra Mundial. Y consiguió convertir en pedazos y en miniestados a alguno de los países que querían liderar esa CentroEuropa independiente tanto de Moscú como de Berlín.

Siglo y medio después el mundo que conocían los dos pensadores alemanes ha cambiado por completo a través de guerras, revoluciones, golpes de estado, inventos sorprendentes, y nuevos protagonistas a nivel mundial que se empeñan con singular esfuerzo en evitar que se cumpla la parte más viva y vigente de los "autores" - me permitiré colocar a Engels como co-autor de la obra - de "El Capital", aquella que se refiere a la evolución de la economía a través de los oligopolios financieros que buscan someter, controlar y estar por encima de los estados y las instituciones democráticas burguesas ( parlamentarias ) que se han dado por la fuerza y deseos de la evolucionada clase media de los países desarrollados.

España en aquellos tiempos era una monarquía, con una reina de trece años, Isabel II, y un militar como Ramón María Narváez al frente del Consejo de ministros, que se enfrentaría a varios conatos revolucionarios al igual que pasaba en el resto de Europa. Eran protestas que tenían su origen en la subida de precios, la ruina de los pequeños empresarios y comerciantes, y las quiebras de entidades financieras. Todo ello ambientado de un fuerte crecimiento de los nacionalismos, por un lado, y de la emigración, por otro. Situaciones que hoy nos parecen muy cercanas.

La época que Benito Pérez Galdos retrata a través de José Garcia Fajardo, el protagonista de " Las tormentas del 48", es la de una España que duda de si misma, que duda de la Corona, que duda de sus gobiernos, que se desencanta de sus dirigentes políticos, que ve como se empobrece su población, y que mira a los movimientos revolucionarios - a los que Carlos Marx quiere dotar de un cuerpo doctrinal y filosófico - como la única salida a sus males.

No tenemos en la España actual la lucha de " espadones" , desde Narváez a Espartero pasando por Prim y O'Donnell, que a mediados del siglo XIX hizo que algunos Gabinetes duraran apenas dos dias, pero si se repasa la historia se vera que en aquel año del nacimiento del " Manifiesto comunista" las llamadas revoluciones se sucedieron desde finales de marzo a septiembre en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia.

Ni las manifestaciones del fin de semana, ni la huelga general convocada para el dia 29 contra la reforma laboral, tienen aquel carácter revolucionario, pero obedecen a climas sociales de descontento, de desesperanza, de falta de futuro entre cada vez mas extensas capas de población. La crisis financiera es mas dura que aquella, el empobrecimiento de la clase media es evidente, la monarquía democrática se enfrenta a su peor crisis, la popularidad de las instituciones que conforman y organizan la vida publica esta por los suelos, y una Europa sin liderazgos se empeña en combatir la crisis con unas medidas que ya han fracasado por mas cambios que se han hecho.

Lo mas objetivo de todo el conjunto de males que nos cercan es que la Alemania que necesitaba implantar su modelo económico a nivel continental para poder competir con las otras zona del mundo ya lo ve como imposible. Y ese fracaso, que se extiende al resto de los países de la Union, con euro o sin euro, nos puede llevar a todos a la ruina social.

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