Ha habido de todo, en lo que a política monetaria se refiere, la última semana. Lo más destacado, subidas de tipos en
. Obviamente fue EE.UU. y su banco central, la
, el de mayor impacto y trascendencia. A diferencia de lo que ocurrió con el
, los norteamericanos respondieron al guion, y, sin embargo, generaron más estrés de lo esperado en los mercados.
SIN ARRIESGAR
Cuando parecía cada vez más asumido que la economía norteamericana se acerca a conseguir un extraordinariamente complejo y nada común, “aterrizaje suave”, el presidente de la FED provocó un revuelo al negar que esa fuese su hipótesis de base, algo que sin embargo fue el primero en su momento en sugerirlo, y que tampoco acaba de conciliar con lo que se deduce de la curva de puntos que se redefinió en la reunión.
Quizá es porque no quiera arriesgar un pronóstico que la realidad posterior desmienta, algo que ha ocurrido con bastante más frecuencia que el aterrizaje suave. No obstante, continúa habiendo un poblado núcleo irredento de “recesionistas” que, aun aceptando que las cosas no van a estas alturas tan mal como hace unos meses estimaban, simplemente, aplazan su pronóstico.
Argumentan que los consumidores más ricos redujeron su tasa de ahorro ante el aumento de la inflación, que con el tiempo los aumentos salariales empezaron a superar a las subidas de precios incrementando la renta disponible, y que los mejores márgenes de beneficio de entonces, sumados a la escasez de mano de obra, desalentaron la destrucción de empleo, de modo que el efecto del alza de tipos afectó a la demanda de mano de obra en lugar de forzar despidos. A ello se sumó una expansiva política fiscal.
Ahora, la subida de los precios del petróleo vuelve a mermar los ingresos, los márgenes de beneficio se han reducido y ya se ha destruido gran parte del exceso de demanda de trabajadores. Además, el endurecimiento en la concesión de créditos ha hecho más indiscriminado el efecto de la política monetaria, lo que hace posible que el impacto sobre la demanda no se limite tan solo a los sectores más sensibles a los tipos de interés.
En conjunto, bien argumentado. Suficiente como para no permitirse asegurar que tenemos la certeza de un aterrizaje suave. Quizá por eso evita comprometerse la Reserva Federal.
BALANCE DE SEPTIEMBRE
El caso es que los mercados no ven razones para reducir el nivel de incertidumbre. La renta variable lo sufre y la renta fija desconfía. Al no estar las cosas mejor fuera, donde hay menos dudas de que la contracción es más evidente, una respuesta general de mayor preocupación por el crecimiento convive con no tenerlas todas consigo en cuanto al control de la inflación, dibujando en conjunto un tono más negativo del que había antes de que el BCE iniciase el ciclo de revisión de políticas monetarias de este mes de septiembre. No fue un buen inicio y las cosas no han quedado más claras al final.
El último broche de la semana lo pusieron los PMI europeos de septiembre, cerrando el tercer trimestre también en contracción, liderada por la industria pero que ya acumula dos meses consecutivos de descenso de actividad en los servicios. Este es el modo, con poco lugar para fiestas, en el que nos dejan, tras su ronda de septiembre, los bancos centrales.