¿Hacía falta esa última escena?. El candidato Feijóo decidió que sí y el popular Antonio Bermúdez De Castro interpretó su papel con notable gestualidad ante las cámaras mientras que el socialista Alfonso Rodríguez de Celis hacia lo propio. El resto de la última sesión carecía de misterio y no lo tuvo. Más ataques verbales, algunos muy duros, mismo intento de hacer hablar al presidente en funciones y futuro candidato a su propia investidura, y foto previa del presidente de los populares ante las puertas del Congreso con todos sus diputados y sus senadores.
“Estos son mis poderes” le decía gráficamente a Pedro Sánchez, tal vez rememorando a Francisco de Cisneros, cardenal y gran Inquisidor, al que debieron Fernando de Aragón y después su nieto Carlos I el trono de aquella primera España de comienzos del siglo XVI. Cisneros mostró a sus rivales un batallón de artillería con sus correspondientes cañones; Feijóo mostró a sus congresistas y senadores, los mismos que junto. Los presidentes y alcaldes del Partido Popular van a encabezar las grandes batallas de los próximos meses y años, si finalmente Pedro Sánchez consigue que los nacionalistas catalanes bajen el altísimo listón de sus exigencias.
Nuevas consultas de Felipe VI con los dirigentes políticos y nueva investidura. El candidato socialista quiere triunfar allí donde Feijóo ha fracasado y conseguir la mayoría absoluta y no la mayoría simple. Sería el mejor regalo que le pudieran hacer antes de la Jura de la Constitución por la princesa de Asturias. En el lado oscuro está la fecha del 27 de noviembre y otras elecciones generales a mediados del próximo enero. De los intereses de Puigdemont y Junqueras depende el que España se mantenga en la incertidumbre durante otros tres meses, sin que nada haga pensar que en unas futuras urnas los españoles volvamos a dejar la situación en las Cortes de forma muy parecida y sujeta una futura investidura a los mismos problemas.
Habrá que formar un nuevo Gobierno, afrontar la dureza de la crisis económica, llevarse bien con una Europa que tiene elecciones en el mes de junio ( junto con las vascas y gallegas en España ), el mantenimiento de la guerra en Ucrania o la búsqueda de una fórmula de paz, el asalto de los grandes Fondos de Inversión a las empresas españolas, hablen árabe, noruego o inglés. Y, por si sus señorías se olvidan, fuera del recinto parlamentario esperan las pensiones, la educación, la sanidad, el paro, la emigración… no parece que ser presidente o ministro ofrezca muchos atractivos.