Raramente se incluía a los jueces ya que se entendía que eran unos funcionarios más que seguían las órdenes de esos otros poderes, como tampoco a los sindicatos que en España nunca han tenido la fuerza suficiente como para jugar fuerte en política, siempre como compañeros de viaje de los partidos de izquierda.
Todo este concepto de las fuerzas políticas ha saltado por lo aires y Pedro Sánchez con su manera de gobernar está poniendo en jaque el Sistema pasado, pretérito. El primero en quedarse obsoleto ha sido el Poder Económico, algo que quedó claro cuando la unidad de los grandes empresarios –unidos bajo la Marca de España- comenzó a romperse tras la crisis económica de 2008, hasta provocar en 2018 la caída de Mariano Rajoy en 2018 gracias a un PNV que representa, como CiU en Cataluña, a la clase empresarial vasca.
Los capitalistas españoles, vascos y catalanes van desapareciendo a medida que aumenta el poder de las grandes multinacionales y eso ha provocado una caída en pendiente del poder que lo económico tenía sobre el político. En cambio, el valor del político aumenta a medida que el Sistema pasa de ser capitalista liberal a convertirse en un capitalismo de Estado, en cuyo seno va surgiendo una nueva clase empresarial que se alimenta casi exclusivamente de los arcas públicas y solo obedecen a La Moncloa o a los brokers mundiales, estilo Bill Gates.
El intento de independencia de Cataluña comenzó el día en que Mariano Rajoy se negó a entregar a la Generalitat el manejo de sus presupuestos y hoy en día ese sigue siendo el objetivo de esa nueva clase empresarial catalana que está sustituyendo a los vieja burguesía cuyos imperios industriales han entrado en bancarrota o han caído en manos de las multinacionales.
También el Poder de la Iglesia en España es ya hoy más incierto que real después de que Zapatero “se divirtiera” un tanto viendo a los obispos intentar parar los matrimonios homosexuales. También su intento de revertir la despenalización del aborto cuando Rajoy llegó a la Moncloa fue un fiasco y hasta acabó con la carrera política del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón.
Todos estos cambios han sido mejor comprendidos y aceptados por el PSOE que por el PP que se sigue considerando el partido de los empresarios cuando estos son una especie a extinguir sustituida por la de una nueva clase de emprendedores nacida al calor del Estado todopoderoso.
Por eso Pedro Sánchez prefiere las reuniones de Davos con los grandes prebostes mundiales, que deciden en sus despachos los precios de la energía de los alimentos, mientras menosprecia y desaira a los empresarios nacionales que son cada vez más incapaces de manejar sus negocios. Decretar una subida del salario mínimo sin pactarlo con los empresarios es la mejor demostración de que en La Moncloa ya no dan miedo los “golpes políticos” de los líderes patronales. El poder esta cada vez más en La Moncloa y a partir de ahora será el gobierno el que decida quienes van a triunfar o perder en los negocios. Antes era el gran empresario el que decidía quien ganaba las elecciones, ahora será el político el que determine quien se va a hacer rico. Es el nuevo sistema impuesto por el Capitalismo de Estado.