Si trasladamos la prueba de resistencia más dura del mundo a la política española nos vamos a encontrar con un único participante en la salida, con una única meta: conseguir en los próximos tres años sobrevivir como presidente del Gobierno y como Secretario General del PSOE.
A
Pedro Sánchez, en su papel de “Ultraman” no le bastará con aplicar palabra a palabra su “Manual de Resistencia”, en sí mismo. tendrá que cortar unas cuantas cabezas en el trayecto y soportar la cada vez mayor mochila cargada de piedras que le va a ir colocando a sus espaldas la oposición de
Núñez Feijóo y
Santiago Abascal. Nada de concesiones por nngún lado.
Pasando del atletismo a la lucha política y partidista, tendrá que cambiar los 10 kilómetros de natación por la aprobación final de la Ley de Amnistía, con Puigdemont y Cataluña a la espera; los 421 kilómetros de bicicleta por la reestructuración autonómica del PSOE con barones levantiscos como el manchego García Page, el madrileño Juan Lobato o el valenciano Alejandro Soler; y, para terminar y llegar a su soñada meta de retirarse en 2027, cambiar los 84 kilómetros de campo a través por una indispensable limpieza interna de las posibles corruptelas que suelen acompañar al ejercicio del poder, sintetizadas en estos días por la numantina resistencia de José Luís Abalos tras las investigaciones judiciales y policiales sobre Koldo García y Juan Cueto, el que aparece como el auténtico tejedor de la madeja.
Si alguien lo puede conseguir en estos tiempos de guerra, en los que la Europa occidental se enfrenta a la mayor crisis que ha vivido desde el final de la II Contienda mundial, superior a la crisis de los Balcanes que desmembró el antiguo Pacto de Varsovia, y que ahora se dibuja como una gigantesca ratonera en la que encerrar a la Rusia de Vladimir Putin, dificultándole e incluso impidiendo que sus salidas al mar Báltico y al Mediterráneo, tras la retirada de los obstáculos de Hungría a la entrada de Suecia en la OTAN, le “obliguen” a buscar el espacio exterior para colocar en él sus auténticas armas de destrucción masiva.
El rostro de Pedro Sánchez, su encanecida cabeza, visibles en la reunión de la Internacional Socialista y en la cumbre de París en la que su amigo/adversario Emmanuel Macron ha insinuado la posibilidad de enviar tropas de la OTAN a Ucrania, al mismo tiempo que se está pidiendo al Banco Europeo de Inversiones que ahora preside Nadia Calviño cambie sus metas originales y transfiera capital en las industrias europeas de armamento, deben recordarle las pesadillas que decía sentir ante la posibilidad de que Pablo Iglesias se convirtiera en vicepresidente de su Gobierno. Las pesadillas, ahora, suelen convertirse en realidades.
La mayor prueba de resistencia del mundo atlético, comparable a las de las Fuerzas Especiales de los ejércitos de todo el mundo, se queda pequeña ante los esfuerzos a los que obliga la política a los líderes de los partidos. Ábalos, con ser muy importante en su saga/fuga del PSOE al Grupo Mixto del Congreso, será con el tiempo una piedra más con la que tiene que cargar el presidente del Gobierno. Su antigua amistad, la que ayudó a Sánchez a regresar al cargo de Secretario General del PSOE pertenece a la historia de los desengaños.