Cuando unos cuantos jóvenes se sentaron el 15 de mayo de 2011 en la Puerta del Sol de Madrid para protestar contra el gobierno de Zapatero, pareció que todo iba a cambiar, que una sociedad dormida tras ocho años de gobierno de Aznar y otros siete años de ZP iba a despertar. El sueño ha terminado y el año de pandemia en 2020 acabó con todas las esperanzas-
Con el coste de la vida por las nubes, con subidas de los alimentos del 10, 20 y hasta el 50 por ciento en algunos productos básicos, a lo que se une ahora la “recuperación” del 21% del Iva en la electricidad y unas perspectivas nada halagüeñas con nueva subidas que se anuncian, por ejemplo, en los productos del sector de la construcción, aquí en España nadie protesta, nadie se siente amenazado, vivimos en un cuento de hadas donde todo parece que está bien.
No es solo el hecho de que la mayoría de la población decida pasar de la política y de los políticos, que hacen y deshacen a su entera decisión, sino que hasta los temas más grave como el coste de la vida por las nubes o las amenazas de guerra den Europa, no nos merece a los españoles ni siquiera una pequeña reflexión y mucho menos una protesta.
Los políticos, de derecho o de izquierdas, hace tiempo que se han dado cuenta de que tienen una sociedad incapaz de reaccionar y eso les ha vuelto también insensibles al dolor ajeno. Hace tiempo que los ciudadanos saben que da lo mismo que gobierne el PP o el PSOE, que nadie va a hacer nada por mejorarles la vida. Las compañías eléctricas siguen subiendo la luz y nadie pueda hacer nada, cambiarte de suministradora no sirve para nada porque ellas se ponen de acuerdo, lo mismo que pasa con las telecomunicaciones o con el gas.
Con la subida del IVA de la luz sube también el impuesto especial de la electricidad que se carga al usuario, mientras que los impuestos especiales sobre las eléctricas y los bancos se diluyen como azucarillos en el agua, todo ello amparado además por unos medios de comunicación más preocupados por los temas de Puigdemont, el fútbol o el corazón, que por lo que verdaderamente importa.
Estamos en un volcán a punto de estallar, como en parte ocurrió en la crisis del 2008, pero nadie quiere darse cuenta hasta que estalle y luego se echarñála culpa, como dice el refrán, al maestro armero.