Sánchez tendrá que aplicar su “Manual” para sobrevivir con sus socios de investidura
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Sánchez tendrá que aplicar su “Manual” para sobrevivir con sus socios de investidura

jueves 18 de abril de 2024, 04:50h

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Convertido en el más fiel de los aliados de Pedro Sánchez dentro del universo socialista, capaz de aparecer en los más variopintos escenarios nacionales e internacionales, José Luis Rodríguez Zapatero puede y debe transmitirle al mejor de sus “alumnos”, con permiso de José Blanco, la historia de sub propio y anunciado final en La Moncloa, aquel dos de abril cuando a anunció que se marchaba y que nunca más sería el candidato del PSOE. Los pronósticos apuntaban a decisiones presidenciales que s tomarían tras las elecciones municipales y autonómica de aquel 22 de mayo. Situación muy parecida a la actual. El presidente Sánchez no ha mencionado sus deseos de dejar el poder, que no los tiene, pero mantener los sesenta escaños de sus socios tras los inevitables choques entre nacionalistas y el derrumbe de la izquierda se presenta como una misión de resistencia de “Manual”, al alcance de muy pocos.

Eran muchos en el PSOE los que opinaban y opinan que anunciar la marcha cuando aún quedan meses de gobierno es un error, pues de forma inmediata quien lo hace se enfrenta a los "meses basura" de su mandato. Ya amortizado por los suyos y por los adversarios se le mirará como a un "pato cojo" al que nadie hace caso y sobre el que todo el mundo dispara.

Esa cruel realidad ha acompañado a todos los presidentes de Gobierno de España desde el inicio de la democracia. Es fácil de comprobar, aunque las circunstancias de unos y otros fueran y sean muy diferentes: Adolfo Suárez anunció su marcha y se marchó por el bien de España; su sustituto, Calvo Sotelo, aceptó serlo por un año, el tiempo justo de convocar elecciones y tras el intento fallido del golpe de estado, con un Landelino Lavilla de candidato que sería víctima propiciatoria para un PSOE cargado de ambición. Felipe González quiso marcharse en varias ocasiones, la última en 1992 cuando se lo comunicó a su partido y al Rey - con el tándem Narcis Serra - José Bono - de recambio, pero no le dejaron. Se volvió presentar y volvió a ganar y todo cambió hasta el punto de que estuvo a un paso de revalidar el poder en 1996, con lo que eso hubiera significado para la modernísima historia de España.

A partir de ese momento, con José María Aznar en el palacio de La Moncloa, se sabía que tras ocho años el líder del PP no se volvería a presentar. La duda estaba en quién sería su sustituto. Aznar eligió a Mariano Rajoy y cerró el paso a Rodrigo Rato que era el gran favorito dentro y fuera del partido. El atentado del 11-M y la desafortunada reacción del Gobierno hizo que los populares perdieran las elecciones y que José Luís Rodríguez Zapatero alcanzara el poder, como si se hubiese establecido un ritmo de entrada y salidas del gobierno de los sucesores de Cánovas y Sagasta. Ahora me toca a mí, tras ocho años te toca a ti. Veremos que pasa dentro de un año.

Justo en aquellos días recordaba con otros colegas de escritura las similitudes de la situación con lo acontecido en 1992: Tal y como entonces el presidente del Gobierno quería irse; tal y como entonces el candidato a sustituirle era el vicepresidente político; tal y como entonces aparecía en escena en posición privilegiada José Bono; tal y como entonces en la trastienda de Moncloa estaba un "fontanero" tan cualificado como José Enrique Serrano, y tal y como entonces España afrontaba una importante crisis económica.

Se me dirá que junto a las similitudes de entonces, hoy nada es parecido, que las diferencias importantes, pero tal y como entonces todo parecía indicar que había llegado el momento de cambio de partido en el poder, con un Aznar y un equipo dispuesto a gobernar tras diez años de monopolio socialista., no pasó lo que parecía incuestionable: el PP volvió a perder, la atmósfera en el país se tornó tan irrespirable com o en estos momentos y los ciudadanos se alejaron de unos políticos enfrascados en sus luchas internas y lejos de los problemas cotidianos de los españoles.

Se abrió un periodo complicado tras el anuncio de Rodríguez Zapatero. El, personalmente, quedó libre para actuar sin mirar el calendario y sin tener que soportar las encuestas de cada día. Los aspirantes a su sucesión ya llevaban semanas moviéndose entre bastidores y siguieron haciéndolo de cara al futuro Congreso que eligiera al cabeza de lista de las elecciones generales.

En el PSOE los ejemplos pasados de primarias nunca han sido buenos: ni con Borrell, ni con Almunia, ni siquiera con Rubalcaba y el propio Zapatero. Nada ocurrió como la dirección del partido quería, y las sorpresas fueron mayúsculas. Se abrió el camino para una nueva mayoría absoluta del PP con Mariano Rajoy de candidato, tras dos derrotas sucesivas.

El PP reacionó como era de esperar: pidiendo elecciones anticipadas y olvidándose de que Aznar también dijo que se iba y nadie pidió que se convocara a los ciudadanos a las urnas. Hoy Núñez Feijóo y los suyos repiten la petición, esta vez más fundada dados los escasos 120 escaños con los que cuenta Sánchez y la necesidad de apoyos nacionalistas para mantenerse en La Moncloa. Ahora no toca, ahora toca que durante los próximos meses el Gobierno y su presidente se dediquen a gobernar y a poner en marcha todas las reformas posibles que necesita España. Que unos y otros se alejen del barrizal en el que están metidos y la separación de poderes se convierta en una realidad.

Podemos recordar las palabras del entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín, durante una reunión de empresarios y financieros en La Moncloa. La inmensa mayoría de los allí presentes ya se habían hecho la misma pregunta que se están haciendo ahora en plenas OPAS amistosas y hostiles en torno a Naturgy o Talgo: ¿en la situación actual, con la economía y las finanzas en el estado en el que están, qué estaría ocurriendo con el PP en el poder?, ¿ se comportarían los sindicatos y los trabajadores de la misma manera?, ¿seguirían los jóvenes en sus casas, sin salir a la calle con un paro difícil de calcular por los fijos discontinuos y sin nada claro su futuro?, ¿seguirían igual los nacionalistas de Junts, ERC, PNV o BNG frente al estado y el poder central? ..las dudas respecto a estos temas son muchas. Y hasta que el último voto salga de las urnas en las elecciones de Euskadi, Cataluña y Europeas, e incluso después, existirán dos dudas: la primera, ¿se mantendrá Pedro Sánchez en La Moncloa si le abandona una parte de sus aliados en el Congreso ?. Ganaría unas elecciones adelantadas Núñez Feijóo ?; y la segunda: ¿ desaparecerán de la escena política nacional los dos seguros perdedores de los próximos comicios, desde Vox a Podemos pasando por esa “marca blanca” que es Sumar, con la vicepresidenta segunda a la cabeza?. Preguntas que tendrán respuestas en menos de apenas dos meses.

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