El independentismo catalán pierde su batalla en las urnas por primera vez en 40 años. Es lo más importante para el resto de España y un problema para el futuro de Carles Puigdemont y de Oriol Junqueras. El triunfo del socialista Salvador Illa es mayor del que el propio PSC esperaba, al igual que es mucho mayor la subida del PP de Alejandro Fernández de lo que creía la plana mayor del partido. Pedro Sánchez puede tener un problema en el Congreso de los Diputados mientras que Alberto Núñez Feijóo se acerca un poco más al palacio de La Moncloa.
Es fácil ver quienes han ganado y quienes han perdido en las elecciones catalanas de este domingo. La victoria socialista tiene su lado amargo, que es la gobernabilidad del Estado. La enorme subida de la derecha que representan los populares, sin que el partido de
Santiago Abascal baje en representación, hace que la suma de los defensores de la unidad de España sea muy superior a la de todo el nacionalismo, incluso si se le añaden a estos últimos la aparición de Alianza Catalana, tan radical o más que Vox y al mismo tiempo tan radical o más que Junts.
El gran perdedor es la Esquerra Republicana del actual presidente, Pere Aragonés, que es quien adelantó las elecciones ante la posición del que fuera su antecesor en el palacio de la Generalitat. Pierde el partido que preside Oriol Junqueras que tendrá que decidir si apoya un Gobierno tripartito presidido por Salvador Illa y con unos disminuidos Comunes de Ada Colau como compañeros de viaje, o dice no a esa alianza y obliga a repetir las elecciones dentro de dos o tres meses, dependiendo de los tiempos que se tomen los negociadores. Un futuro complicado para los republicanos y que tendrá consecuencias àra su futuro.
Pierden los radicales de la CUP y pierde también el proyecto que se quiere hacer en torno a Yolanda Díaz. En Vox se quedan como estaban, que para Abascal es mucho ya que temía un adelanto por parte del PP, que se ha producido, pero sin perder representación.
El otro gran perdedor es Ciudadanos, la formación que ganó en 2017 y que prácticamente está despareciendo en toda España. Los seis escaños que logró hace tres años han pasado en su totalidad al PP, sin que esos asientos en el Parlament expliquen la subida del partido de Núñez Feijóo: sus tres escaños de 2021 han pasado a quince, un auténtico triunfo que lleva a la derecha estatal al resultado que consiguió con el ex ministro Josep Piqué de candidato.
Llega el tiempo de las negociaciones, que serán complicadas por lo que representan tanto a nivel catalán como a nivel de toda España. Salvador Illa tiene que lograr lo que consiguió su compañero José Montilla hace catorce años, una mayoría absoluta. Existe otras dos fórmulas, más complicadas y diríamos casi imposibles: unir a Illa con Puigdemont, lograr que el dirigente socialista salga elegido en segunda vuelta por mayoría simple siempre que se abstengan tanto ERC como el PP. Con las declaraciones de las últimas semanas por parte de sus respectivos líderes ese escenario es más ilusión que realidad.
¿Puede Cataluña ir a unas nuevas elecciones ante la imposibilidad de lograr acuerdos de investidura?. La respuesta es sí y puede que esté más en Madrid que en Barcelona. La responsabilidad de Sánchez y de Feijóo es grande, ya que lo que va a estar sobre la mesa es un futuro “gobierno de coalicción a la catalana” o un futuro de enfrentamientos de dos conceptos muy diferentes. Diálogo o radicalidad. Unidad o separatismo. Ese es el resumen.