El presidente francés sabe que no se juega su “trono” del número 55 del Faubourg Saint Honoré. Tiene asegurado el puesto hasta 2027. Tendrá que “trabajar” con un nuevo primer ministro, al igual que lo hicieron en su momento Charles de Gaulle tras el mayo de 1968; de la misma manera que lo hizo François Mitterrand dos veces tras sus victorias presidenciales; de la misma forma y peor fortuna que lo realizó Jacques Chirac. En Francia las elecciones legislativas y las presidenciales se celebran por separado. Ganar las segundas y perder las primeras no te obligan a dejar el poder. Habrá Gobierno de concentración a partir del próximo siete de julio y Macron prefiere que sea con sus antiguos compañeros y no con la presencia de Marine Le Pen sentada a su derecha.
Los problemas para el presidente vendrán más tarde, sobre todo los de política exterior, con sus agresivas posiciones tanto en Ucrania como en Palestina ( el regreso de Hollande tiene mucho que ver con ambos escenarios ) con enormes diferencias entre lo que ha defendido hasta ahora y las medidas económicas y sociales que propugna la Francia Insumisa, a la que ha venido a ayudar desde su condición de estrella deportiva Kilian Mbappe con un mensaje directo contra la extrema derecha desde la concentración de la selección francesa de futbol en Alemania. El viejo aforismo del gatopardo de Lampedusa puesto de nuevo en circulación, como tantas otras veces en la escena política: “cambiar todo para que nada cambie”. Cambiar de ministros para mantenerse en el poder.
De los 577 diputados que forman la Asamblea Nacional, de repetirse los resultados de las elecciones arrópelas, será la segunda vuelta del 7 de julio quien decida cuántos escaños corresponden a cada uno d elos tres grandes grupos, una vez que toda la izquierda ha decidido agruparse en un nuevo Frente Popular para intentar “contener” al Frente Popular de Le Pen, que claramente será el vencedor en las urnas pero que tendrá que ver como la suma de sus otros dos rivales en los asientos del Parlamento le impiden sentarse en el Consejo de Ministros. Esa es, al menos, la intención de Emmanuel Macrón. Habrá que ver si la jugada política le sale bien al inquilino del Elíseo. Francia se juega mucho pero Europa, también. Y España aún más con loos resultados de nuestros vecinos.