Hermanos ya descritos por Fiódor Dostoyevsky en el serial periodístico de “El Mensajero Ruso” que va de enero de 1879 a noviembre de 1880. El parricidio que describe el escritor ruso es uno de los retratos mejor logrados de la lucha final por el poder, siempre con la excusa de una liberación espiritual y material, ideológica, que buscaría en el pasado las raíces del futuro. Lo imposible, salvo la muerte del más débil a manos del más fuerte.
Hay que partir de las noches insomnes del actual presidente del Gobierno, de las pesadillas que le producía la simple idea de tener sentado a su izquierda, como vicepresidente, al “hermano” Iglesias para entender el degradado escenario político de hoy . Si París bien valía una misa para Enrique de Borbón con tal de sentarse en el trono de Francia, el gran sillón de La Moncloa bien valía ( y vale ) el pacto laico , ya en plena decadencia pero útil, con todos los primos ideológicos de la izquierda y hasta de las familias nacionalistas y radicales de la derecha.
Si es más que evidente que los Gobiernos de Pedro Sánchez viven en crisis desde el primer momento, con cambios en los nombres pero no en las diferencias ideológicas que los separan; lo mismo ocurre en los que tienen a un dirigente del PP en la presidencia, ya sea en Castilla y León o en Murcia. La amenaza de Santiago Abascal de que Vox abandonaría los cinco gobiernos autonómicos en los que tiene presencia ( veremos que hacen en el Ayuntamientos ) se ha hecho realidad con el tema de la inmigración como detonante, pero sobre todo y por encima de todo por los resultados electorales que se están dando en Europa y en especial en Francia. Derecha e izquierda pierden la ideología con la que nacieron y sus siglas sirven tan sólo para que los ciudadanos reflejen el malestar que sienten ante las dificultades del día a día y la falta, para sus hijos, del futuro que ellos tuvieron. Y cuando las siglas clásicas de los partidos no les sirven, se apoyan en otras que nacen, crecen y mueren a gran velocidad.
Si desde el PSOE y con la presidencia del Gobierno en sus manos Pedro Sánchez - al igual que antes lo hizo Rodríguez Zapatero - va devorando o destruyendo a su socio preferente, mientras éste, con nuevo nombre, aparece ante los ciudadanos como una cáscara vacía que terminará por desaparecer; lo mismo podemos ver y decir de Feijóo y el Partido Popular. Primero deglutió al Ciudadanos de Albert Rivera e Inés Arrimadas y ahora pretenden hacer lo mismo con el Vox de Santiago Abascal, de ahí la necesaria “huída” de este de los gobiernos que cree contaminados por los pactos, pequeños pero inevitables dentro de la nueva Europa, que están haciendo los dos grandes partidos que se han repartido la gobernanza de España desde que se inició la etapa democrática.
Los matrimonios de interés duran lo que dura el individual interés de los contrayentes. Unas veces por agotamientos de las reservas a repartir y otras por las nuevas oportunidades de “matrimonios ventajosos” que aparecen en el horizontes. Abascal está mucho mejor posicionado para ese futuro que la vicepresidenta segunda. El cambio de grupo dentro del Parlamento europeo es la constatación de que Vox defenderá su existencia en España apoyado por el húngaro Viktor Orbán mejor que con la italiana Giorgia Meloni. La inmigración ilegal es la parte más visible de las diferencias con el resto de las fuerzas políticas, pero al igual que ocurre con los iceberg, la parte oculta es mucho más grande y destructiva.