Mal comenzamos con el “café para todos” y mal seguimos cuarenta años después. Aquí y ahora no valen los derechos históricos, las lenguas diferenciales o los pactos constitucionales que se hicieron en 1978. Es agua pasada. El posterior desarrollo de cada uno de los Estatutos de Autonomía, ya sea en Euskadi o en Extremadura, ha ido acercando de manera paulatina hasta hacerlas inútiles e injustas las diferencias que se pusieron a través de los artículos 143 y 151 de nuestra Constitución.
Por un principio anterior y superior que aparece en esa misma Carta Magna: todos los españoles somos iguales ante la Ley. Y la palabra iguales significa exactamente eso, que no puede haber diferencias de trato por el simple hecho de nacer o vivir en una u otra Autonomía. Por esa simple razón España debe avanzar y no retroceder, y avanzar es ir hacia la Monarquía federal y no confederal, ya que los puntos de partida de ambos términos no son los mismos.
Existe, además, otra razón tan poderosa como la de la igualdad, el deseo de todos los políticos cuando alcanzan el poder, sea en el estado o en un Ayuntamiento, de querer manejar los recursos económicos y financieros de que dispone y procurar recibir lo que cree que es más justo. En ese equilibrio entre lo que necesita un Estado para garantizar su supervivencia y poder satisfacer las necesidades globales de sus ciudadanos, como puede ser la defensa de su territorio o los acuerdos internacionales entre países que eviten que el poder se transfiera de forma real a las grandes corporaciones privadas, está la clave del futuro.
Tiene tanta razón Salvador Illa al defender el acuerdo alcanzado con los independentistas para que él ocupe el gran sillón de la Generalitat, como María Guardiola al exigir el mismo trato desde Mérida. Así hasta 17 exigencias, que es lo que vamos a comprobar en el transcurso de los próximos meses o años. De forma imparable y bien haría el Rey Felipe VI en llamar uno por uno a los distintos presidentes, sentarse con ellos y escucharlos. Esa es una de las atribuciones que tiene la Corona, la de servir de cauce moderador y evitar los enfrentamientos estériles, que son los que de verdad debilitan España.