Los muertos de Feijóo no gozan de buena salud pero siguen sin estar muertos
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Los muertos de Feijóo no gozan de buena salud pero siguen sin estar muertos

lunes 23 de septiembre de 2024, 19:59h

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Si aceptamos la frase más repetida por Alberto Núñez Feijóo y todos los demás dirigentes del Partido Popular, Pedro Sánchez y su Gobierno deberían llevar meses muertos y enterrados. No lo están. Tampoco lo está la izquierda que luchó contra la dictadura por mucho que haya cambiado en nombres y liderazgos. Tienen mala o muy mala salud pero ya han convertido a la derecha en el dóberman amenazante de los derechos de los más débiles. Un conjunto de mentiras que explica el alejamiento de los ciudadanos de la clase política.

“Los muertos que vos matáis gozan de buena salud” puede que la escribiera por primera vez José Zorrilla o que lo hiciera Lope de Vega o que pudiera atribuirse a don Pedro Múñez Seca en su obra “La venganza de don Mendo”. Ortega y Gasset la utilizó para ilustrar la capacidad de contaminación política y sociológica que tienen las mentiras. Convertida en una recurrente frase sobre lo poco creíbles que son los dictámenes de defunción que solemos hacer, ya sea por precipitación o por interés personal, he retrocedido cuatro siglos para encontrarme con uno de los grandes dramaturgos franceses del siglo XVII, Pierre Corneille, que utiliza el retruécano literario en “Le Menteur “ ( El Mentiroso),

Para colocar a todos y cada uno de los personajes ante el dilema de mentir o decir la verdad. La conclusión es decepcionante y hasta irónica: la civilización avanza más y mejor cuando se apoya en las mentiras que cuando quiere sostenerse sobre la verdad.

Es cierto y comprobado muchas veces que tanto el presidente del Gobierno como el resto de los dirigentes de la amplia izquierda mienten. Con sus palabras y con sus actos, pero mes igualmente cierto y comprobado que los dirigentes de la derecha practican la mentira con igual desparpajo. Ambos lados de la política se afanan por enterrar la verdad o las verdades que existen con enormes paladas de mentiras. Nada bueno y loable existe al otro lado de la red y si hay que llegar a las vidas privadas y sacarlas a pasear se las saca. Todo vale con tal de conseguir de la forma más rápida el poder.

Intentar contar los muchos hoy que ofrecen cada día los políticos lleva de forma precisa a encontrarse con el aburrimiento. Más de lo mismo, que es lo mismo: Begoña, Koldo, Abalos, Peinado, Puigdemont, Montero, Pablo,Yolanda son nombres que se repiten como si estuviéramos ante un desfile de los galeotes de veía Don Quijote y a los que pensó liberar para que no terminaran en galeras. Podemos seguir con Alberto, Isabel, Cuca, Juanma, Miguel, Salvador…para terminar con los apóstoles y predicadores que extienden las palabras sin entrar en muchos detalles y menos comprobaciones, para llegar al centro del infierno que plasmaba Dante en la “Divina Comedia” y sus nueve círculos, todo un compendio de la brutalidad del mundo en el que no movemos.

Por este orden descendente, el enamorado de Beatriz que naciera en la inmortal Florencia en 1265 para morir bajo el amparo del Papa Juan XXII, coloca en el primer círculo al Limbo, en el que parecen estar hoy algunos de nuestros gobernantes ya sea en el Estado o en el más pequeño de los Ayuntamientos; en el segundo a la Lujuria, que es practicada con demasiada asiduidad en la vida pública; en el tercero a la Gula, de la que bien hacen gala tanto en la vida política como en la empresarial o sindical; en el cuarto la Avaricia, con ese afán de acumular riqueza por todos los medios que se tenga al alcance, a veces legal, a veces todo lo contrario; en el quinto la Ira, que se explica con tan sólo escuchar y ver los rostros que aparecen en la televisión o en las redes sociales; en el sexto la Herejía, que no es sólo religiosa también lo es civil cuando se olvidan las bases de las creencias; en el séptimo la Violencia, que se ejerce de forma brutal en los escenario de las guerras con decenas de miles de víctimas civiles sin que ningún organismo internacional sea capaz de evitarlo; en el octavo el Fraude, que aparece enlazado en la mayoría de los procesos judiciales como compañero inseparable de otros muchos; en el noveno y último está la Traición, empleada según convenga por los contendientes, traición a los compañeros y llamada traición por aquellos que son descubiertos en sus gravosas mentiras para la inmensa maoría de los ciudadanos.

A estos nueve Círculos del Infierno se les pueden poner demasiadas caras de la vida pública, tanto en España como en Europa y el resto del mundo. Aparecen en todos los círculos sin que se sepa como detener ese proceso de degradación de los valores democráticos, que los vemos en el problema de la emigración, en la falta de recursos sanitarios, en el abandono de los mayores y sus raquíticas pensiones tras más de 35 años trabajando, en los fondos de desempleo. Se puede poner más y cada uno de nosotros puede hacerlo.

Hace seis años el médico argentino Juan Carlos Tealdi escribía sobre la bioética de los derechos humanos y resumía en una frase lo que estaba pasando en su país, que desembocaría en el triunfo aplastante de Javier Mllei, y que tiene plena vigencia como prospección del futuro de las sociedades occidentales: “ el político mentiroso sostiene un pragmatismo que abandona la verdad y justifica su interés egoísta “. Más clara y más exacta la radiografía no puede ser. Los muertos en la política tienen más vidas que las siete que les concedemos a los gatos y sus mentiras, eso sí, gozan de excelente salud.

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